Septiembre es un mes en que en Chile conmemoramos nuestras Fiestas Patrias. Es un mes especial para la vida nacional y, en particular, para la vida de las comunidades educativas. Pocos espacios son tan relevantes -quizá ninguno- para construir aquello que llamamos "la patria" como la escuela. Allí se entrecruzan la historia, el presente y el futuro de Chile, se forman las nuevas generaciones para desarrollar ese sentido colectivo de pertenencia, igualdad, identidad y pertenencia, de memoria compartida, de valores y principios, de símbolos y tradiciones que conforman lo que llamamos nuestra "chilenidad".
En ese desarrollo, la memoria juega un rol fundamental. El 18 de septiembre conmemoramos precisamente la creación de la primera Junta Nacional de Gobierno, que marca el inicio de nuestro proceso de independencia como país, allá en 1810. Esta memoria histórica se entrelaza con otra fecha clave, del pasado reciente: la conmemoración del golpe civil y militar del 11 de septiembre de 1973, que nos invita a reflexionar y renovar el compromiso que como país debemos siempre tener con el cuidado de la democracia y con el respeto irrestricto de los derechos humanos, en todo contexto, para todas las personas.
Estas fechas interpelan directamente al proceso educativo: una como espacio de celebración cultural y encuentro y la otra como espacio de reflexión, memoria y compromiso democrático. Ambas, como espacios para construir un país con memoria, una memoria, que no busca la división, sino que formar en una ciudadanía que se base en el reconocimiento de la dignidad y respeto de todas las personas, construyendo así un "nunca más" compartido, que fortalece la convivencia y la justicia. Esta es la única forma sostenible de profundizar y cuidar la democracia, desde una educación que resguarde una sólida formación ciudadana.
La educación, en este sentido, cumple un rol fundamental como herramienta de transformación, liberación y justicia social. Es el espacio donde construimos la sociedad, donde se forman las y los ciudadanos de nuestra patria, donde se aprende a vivir en comunidad, a construir el bien común, a resolver pacíficamente los conflictos y a ejercer la libertad con responsabilidad.
Es en los establecimientos educacionales donde se cultivan los valores de igualdad, de justicia y de libertad que están a la base de nuestra sociedad, es allí donde se aprende, a través del currículum, pero también a través de la cultura y de la construcción de comunidad, el valor de la democracia, el compromiso con la construcción de lo común, la disposición a trabajar por el bienestar y la prosperidad de nuestro país. Estos componentes éticos, valóricos y ciudadanos son parte fundamental de la educación integral que como país hemos comprometido con los niños, niñas y jóvenes, y esto se da a través de diversas experiencias formativas: del juego, de espacios de diálogo, de construcción de memoria intergeneracional, de rescate patrimonial escolar, de reflexiones sobre derechos humanos, de actos cívicos y conmemoraciones.
Desde el Ministerio de Educación, especialmente en estas Fiestas Patrias, reafirmamos nuestro compromiso con el derecho a una educación integral: que cada niño, niña y joven pueda desarrollarse en un entorno que fortalezca su identidad, cultive la memoria y forme una ciudadanía activa y consciente. Porque la patria nos pertenece a todas y todos y cada escuela es un espacio para fortalecerla, entretejiendo memoria, presente y futuro, a través de la formación para la ciudadanía y la vida en democracia. Y es desde ahí, desde la fuerza transformadora de la educación, que seguimos construyendo un Chile más justo, inclusivo y democrático, para todas y todos.
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