Voy a profundizar en una opinión que he difundido en redes sociales y es que el ministro Briones se equivoca cuando señala que “todos tenemos derecho a ser de la élite”. Lo haré, porque me parece representa un pensamiento generalizado en la derecha, y, sobre todo, en lo que se ha llamado la “derecha liberal”.
Su forma de pensar tiene, al menos tres fisuras gruesas.
En primer lugar, se equivoca en el plano teórico. No es cierto que “todos” tengan el derecho a acceder a la élite, puesto que si así fuera, entonces la misma élite dejaría de existir. Cuando se trata de un grupo minoritario, que goza de privilegios prohibitivos para el resto, entonces difícilmente podría ser un “derecho”. El único derecho consagrado en la breve historia de Chile, para la élite, es el derecho de “herencia” de la posición: los lugares se van ocupando por los integrantes de las mismas familias.
Claro qué hay distintos tipos de élites, que se entrecruzan en la mayoría de los casos. La élite económica o empresarial, que es más permanente , la élite política, que es más volátil, así como la élite académica, sindical, o incluso estudiantil, tienen en común aquello que el estallido social puso en tela de juicio: esa condición de una minoría, generalmente privilegiada, que tiene lo que la mayoría necesita.
En segundo lugar, se equivoca en el plano práctico. El Ministro hace alusión a la “movilidad social”, al “mérito” y a las “oportunidades”. Ninguno de esos conceptos se ajusta a la realidad de acuerdo a la experiencia, porque no existe el mérito mientras existan condiciones desiguales que lo sustenten.
Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, así lo ha demostrado poniendo como ejemplo el acceso de los estudiantes a la Universidad de Columbia: el 90% proviene de familias acomodadas y el 10% de familias vulnerables. ¿Esto es genético? ¿Ocurre porque los más ricos son inteligentes y los más pobres son tontos? Ni lo uno ni lo otro, porque son las condiciones desiguales las que determinan esas diferencias.
Entonces el mérito termina siendo un espejismo del sistema económico neoliberal. No hay mérito para quien ha tenido la educación escolar, la pre escolar y la sala cuna adecuada. Tampoco hay mérito para el 10% que no es rico, y sin embargo ingresa a esa universidad: existe un talento excepcional que se abre paso a pesar de las condiciones.
Si el “mérito” es un espejismo, tanto o más lo es el discurso de la “igualdad de oportunidades”, que no sin arrepentimiento asumió como bandera de lucha una buena parte de la izquierda, porque es evidente que no puede haber igualdad de oportunidades cuando no hay igualdad de condiciones.
El Ministro se equivoca en el plano estético. La alusión al derecho de los chilenos a ser parte de la élite genera un contrate demasiado fuerte con las familias más vulnerables que están en el suelo producto de la crisis, y que su único anhelo es conquistar el derecho a una vida digna. Ello se demuestra en las cifras que el mismo Ministro conoce, no hay ninguna que sea halagüeña respecto del futuro.
En resumen, me parece que el Ministro Briones ha incurrido en un error multidimensional. En su análisis, se ha equivocado en todas las aristas del fenómeno.
Esto es complejo no solo porque él sea el ministro de Hacienda del Gobierno, o por los estragos de la crisis, sino sobre todo porque su forma de pensar es representativa de una buena parte de la derecha chilena y del gobierno.
Una mirada que retrata a la élite de cuerpo entero, hacer creer a los demás, que todos pueden llegar, con esfuerzo, a su propio paraíso en la tierra.
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