La derecha está segura de ganar, pero dividida ¿Qué tan ordenados están los conglomerados que se disputan el poder? Importa por ser el indicador más relevante que disponemos para saber cuál será su desempeño en el futuro inmediato. Define el contexto en que se dan las primarias. Quién tiene la tarea más difícil es la oposición porque a estas alturas ha consolidado una fractura que no está en condiciones de superar. Si la derecha dura confluyera o solo afianzara los lazos que vinculan a republicanos y libertarios, estaría en condiciones de disputarle el liderazgo a Chile Vamos.
Muchos cursos de acción son posibles, pero la tranquila subordinación a Matthei no es una de ellas. Republicanos y libertarios nunca dan la impresión de sentirse atraídos por subordinarse a la centroderecha. Quieren reemplazarla. En cambio, las posiciones más radicales han encontrado eco en una parte de la dirigencia de centroderecha y, por supuesto, en un electorado que comparten y para los que es fácil traspasar la tenue frontera que los separa.
Nunca ha estado al alcance de este sector el realizar una primaria. Los que quieren sustituir en el liderazgo a Chile Vamos no están dispuestos a unirse porque eso pondría fin a una disputa por el poder que es lo que tiene prioridad. Es un propósito que no concluye con la próxima elección presidencial y que se proyecta a la nueva administración, cualquiera que sea.
Su propósito no consiste en encontrar un mecanismo que les permita compartir el gobierno. Están compitiendo por la hegemonía, acumulando más poder que el otro. Como Rusia y Ucrania, comparten frontera, pero eso no significa que sean amigos. En lo que coinciden, aunque cada uno por su lado, es que tienen el propósito de darle al país una buena y eficiente administración y si esto bastara no sería tanto el problema. Pero esa historia ya la conocemos.
Si el descontento social que se expresó en el estallido requiriera de cambios estructurales sensatos que permitan una mayor equidad y cohesión social, entonces la solución que ofrece la derecha en sus distintas versiones no da el ancho y la decepción, en caso de ganar, se presentaría antes de lo que muchos imaginan.
La centroizquierda quiere competir y se está uniendo. La elección primaria se constituirá en un punto de partida renovador si se elige un abanderado que tenga la capacidad de enfrentar a la derecha y de construir una mayoría política más amplia, sobre todo si cuenta con un mismo programa adaptado a las nuevas circunstancias.
Para eso ocurra hay mucha distancia que cubrir y el ambiente de contienda cívica con que se ha desarrollado la competencia lo está permitiendo. La capacidad de movilización de adherentes por parte de cada postulante a La Moneda sigue siendo una incógnita, pero lo que se ve en los debates es que destacan las dos candidatas.
Habla bien del gobierno de Boric que sean exministras las que puedan exhibir una fuerte combinación de defensa de propuestas con experiencia en generar acuerdos e implementar políticas públicas. La retórica no le falla a ninguno, pero la experiencia de gestión en el Estado hace una diferencia a cada paso.
La labor parlamentaria entrega rodaje en el debate y conocimiento de materias de interés público, ya sea que se esté o no en el poder. Quienes han asumido roles en la primera línea del Ejecutivo han tenido que decidir sobre ajustes en las prioridades y sacar reformas adelante. Saben de límites, oportunidades que se abren o desperdician y de acuerdos sellados y respaldados. Puede que todos sean oficialistas, pero no todos han sido transformados por la experiencia del poder de igual manera. Algunos hablan de un modo parecido al empleado en la ocasión anterior y otros quieren modelar el escenario futuro.
Las exministras Tohá y Jara proyectan sus metas en un próximo gobierno considerando sus posibilidades de implementación, luego de practicar lo que ahora dicen; los diputados dan continuidad a sus declaraciones anteriores.
Haber tenido la responsabilidad de la ejecución hace la diferencia. El Parlamento especializa en el decir, el gobierno capacita en el hacer. Unas han sido transformadas por la experiencia del poder, los otros hablan de lo que han escuchado. Es lo que se reflejará en una primaria que en conjunto han prestigiado.
La suerte no está echada. Oposición y oficialismo están protagonizando sus respectivas campañas en paralelo y casi sin tocarse. Pronto las líneas que hemos esbozado se intersectarán. Sucederá al término de las primarias. En la derecha, todas las decisiones importantes están tomadas; y la centroizquierda éstas se toman ahora.
La centroderecha no está a la vanguardia de los acontecimientos. Su comando mantiene sus opciones estratégicas abiertas en permanente discusión. Todo sigue en debate, mientras la campaña continúa en un despliegue estándar sin que las discusiones sean dirimidas.
El acento está puesto mucho más en el desprestigio de los adversarios que en las propuestas propias. Quienes dirigen la campaña están administrando una posición privilegiada previa que no se debe a ninguno de sus esfuerzos. Su mentalidad es más bien la de administrar lo que se tiene, aunque si lentamente se estuviera produciendo una merma continua del apoyo, no sabrían cómo detenerla. La inercia pareciera predominar. No parece que se espere ninguna sorpresa por parte de los adversarios, a los que se estima superados por sus problemas.
La derecha política se habla a sí misma. La imagen de sus figuras más conocidas entrando en los equipos de campaña más parece una cobertura de páginas sociales que actividad de campaña. Lo que se prepara de aquí al final es más de lo mismo que ya hemos visto. Todo se basa en el supuesto que nunca estará en riesgo la primera posición que se destaca incluso más que la figura de su candidata. Ella no despierta ningún fervor en sus filas, lo saben, pero quieren que se la asocie con la seguridad del triunfo.
La decisión para asumir por la centroizquierda es una muy diferente a la que ha tomado la oposición: se le da continuidad a los defectos que se hicieron presentes en una administración inmadura en su origen o se le da seguimiento a un ordenamiento reforzado que haya tenido su origen en la elección primaria. La mitad del esfuerzo consiste en saber interpretar a los adherentes; la otra mitad estriba en poder encabezar el debate con una derecha que tiene la ventaja electoral, pero que no tiene una superioridad perceptible en el debate.
La centroizquierda va con retraso, pero no está fuera de juego. Es solo que no tiene tiempo para equivocarse. Es ahora cuando debe mostrar un liderazgo integrador, una coalición renovada y un programa consensuado. Así le hablará a la mayoría.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado