¿Cuál es el futuro del crecimiento impulsado por la innovación? Ésta es una de esas preguntas ineludibles para quienes estamos pensando en políticas públicas orientadas hacia el crecimiento sustentable y sostenible. La interrogante, por cierto, la puso sobre la mesa el último informe del Índice Mundial de Innovación 2022, elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) que posicionó a Chile como líder en innovación en América Latina y el Caribe. De hecho, es la única nación latinoamericana que está entre las 50 con mejores índices en esta materia a nivel planetario, destacando dos variables que juegan a nuestro favor: buen ranking en la creación de nuevas empresas y en la matrícula en la Educación Superior.
Éstas son buenas noticias para nuestro ecosistema de innovación y emprendimiento que nos deben, por supuesto, animar aún más a buscar respuestas locales a la pregunta formulada por la OMPI. En el informe, el organismo (perteneciente a ONU) bosqueja la posibilidad de que se generen "dos nuevas oleadas de innovación"; una, como consecuencia de la era digital y la otra, por los avances en disciplinas tales como la biotecnología y la nanotecnología.
Particularmente interesante es la oleada previsible derivada de los avances de disciplinas científicas pues, son precisamente, asegura el informe, las que están "...cambiando por completo las innovaciones en cuatro campos de importancia clave para la sociedad: la salud, la alimentación, el medio ambiente y la movilidad".
Y sin restarle valor alguno a aquella innovación que busca inyectar a la economía mayor productividad de los mercados, haciendo más competitivas a las empresas, forjando nuevos modelos de negocio, lo cierto es que no es menos importante aquella innovación que busca soluciones nuevas, tanto a viejos problemas sociales que aquejan a la humanidad y que no han sido resueltos, como a nuevos problemas arrastrados por la insolvencia de la humanidad. De esto, precisamente, se trata la "Innovación social", un concepto relativamente nuevo, cuya definición y alcance, por cierto, ha implicado debate. Recogemos en esta ocasión la definición de Cristian Geldes, académico de la Universidad Alberto Hurtado (UAH); Fabricio Ibáñez, asistente Investigación UAH; y Goretti Cabaleiro, profesora asistente de la Universidad de Navarra, España; publicada en su artículo "Innovación Social en Chile: una mirada desde la Empresa" (diciembre, 2019, Revista Gestión y Tendencia): "La innovación social puede considerarse como una solución alternativa a los fallos del Estado y del mercado, en áreas como la pobreza, la desigualdad, el cambio climático o los flujos migratorios, a través de relaciones cooperativas y colaborativas entre agentes y redes de actores involucrados en la sociedad".
En este paradigma aparece un tema central, que es la transferencia de la investigación universitaria hacia la sociedad hacia los asuntos acuciantes de la comunidad. La transferencia, la incidencia, a través de este instrumento que es la innovación social, es reconocer que la investigación multidisciplinaria puede cumplir un rol de efecto rápido y significativo en la solución de los problemas sociales como la pobreza, hambruna, cambio climático, incluso la renovación de los espacios o la convivencia con la migración. Son temas claves en que las universidades pueden identificar mediante sus actividades de investigación y también de docencia, pues no olvidemos que las instituciones de Educación Superior son las que están formando a los futuros profesionales como agentes de cambios en sus futuras organizaciones.
Este tipo de innovación conversa fluidamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que ONU incorporó en su ambiciosa Agenda 2030, en la que los países miembros se comprometieron con 17 objetivos, entre ellos "erradicar la pobreza en todas sus formas" y "garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todos y todas en todas las edades".
Solo restan siete años para dar cumplimiento a los ODS. Es imperativo mirar con otra óptica los desafíos que tenemos, buscando otras formas de enfrentar los problemas de siempre con una perspectiva distinta, inscrita desde lo local a lo global. Poner la innovación social al servicio de la gestión pública es una puerta que nos abre al crecimiento del país con justicia social.
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