Rompiendo las estructuras de la desigualdad: Mujeres en la construcción

El primer estudio nacional sobre la participación femenina en la construcción, desarrollado por el Observatorio de Gestión de Personas de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile, revela con cifras concretas las barreras que enfrentan las trabajadoras del sector. Más allá de insertarse en una industria profundamente masculinizada, las mujeres deben lidiar con prácticas discriminatorias, acoso y la falta de infraestructura adecuada. La construcción, históricamente considerada un bastión masculino, mantiene códigos que dificultan su acceso y permanencia.

Los datos son elocuentes: 60% de los encuestados percibe la existencia de prácticas discriminatorias por género, y la mitad de las trabajadoras ha sido objeto de comentarios despectivos en su entorno laboral. A esto se suma el temor al acoso, una realidad para el 44% de las mujeres que ya trabajan en el sector y el 29% de las estudiantes del área. Estas cifras confirman que el rubro sigue dificultando la participación femenina, obligando a las mujeres a desarrollar estrategias adicionales para avanzar profesionalmente en uno de los sectores productivos más relevantes del país.

Frente a este panorama, resulta clave que todos quienes participamos, directa o indirectamente de la industria de la construcción en Chile, se adopten medidas concretas para revertir esta situación. No basta con abrir cupos o fomentar la llegada de mujeres al sector si no se garantizan condiciones dignas y seguras para su desarrollo. La equidad de género debe ser un elemento básico en la formación de las nuevas generaciones de profesionales y técnicos, asegurando que no sólo las mujeres, sino sus compañeros, futuros colegas y sus docentes aseguren condiciones adecuadas para su ingreso y su progreso en la industria sin renunciar a su identidad ni enfrentar barreras estructurales.

Desde la educación técnica, ya se han dado pasos relevantes, como la incorporación de la perspectiva de género en las mallas curriculares y la capacitación de docentes para reducir estas brechas desde la formación. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer. Es responsabilidad de todos nosotros, empresas, gremios e instituciones educativas trabajar en conjunto para transformar el sector y convertirlo en un espacio donde el talento, y no el género, determine el futuro de sus trabajadores y trabajadoras.

Este estudio no solo expone cifras; también nos interpela como sociedad. Así puesto, debo reconocer que algunos comentarios que aparecieron referidos por las entrevistadas como ejemplo me causaron desazón, rabia y vergüenza. Si queremos que las mujeres participen activamente en un rubro tan relevante, atractivo laboralmente y dinámico como la construcción, es momento de plantearnos cómo asegurar para ellas un ambiente de respeto e igualdad de oportunidades, y construir para todas y todos un futuro verdaderamente equitativo.

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