Tengo esperanza

Tengo esperanza, porque en tiempos complejos como los que vivimos es necesario mirar la realidad, en todas sus dimensiones, y reflexionar sensatamente. Es un tiempo difícil en el país y en el mundo, que duda cabe. Pero en las dificultades están también las oportunidades. La vida nos enseña que incluso los momentos oscuros con el tiempo y distancia le descubrimos su sentido. Es la riqueza y complejidad de la vida.

Tengo esperanza, porque la realidad nos afecta a todos y por lo mismo exige esfuerzos y entregas especiales, como también capacidad de diálogo y encuentro. Cosa que nuestros políticos más temprano que tarde tendrán que entender. La soberbia de quienes se creer poseedores de la verdad y superiores al resto, ha ido gradualmente desmoronándose por el peso de los hechos. Quienes perseveren por ese camino, con un poco de inteligencia, comprenderán que no tienen destino y se terminarán autodestruyendo. Por lo general quienes han presentado en nuestro país una visión más mesiánica y refundacional, han terminado divididos y peleados entre ellos mismo. La guerra entre soberbios es irreconciliable y sin ningún destino.

Tengo esperanza que serán los intereses de nuestra gente y no los ideologismos, los que definirán el futuro de nuestro país. Sin duda pasará agua bajo el puente, no será de un día para otro, pero comprenderemos lo evidente: "la realidad es más importante que la idea".

Tengo esperanza que nos estamos reencontrando generacionalmente, comprendiendo que todos tenemos que aportar al futuro del país. No basta con buenos diagnósticos y anhelos, sino también experiencia y pragmatismo, asumiendo que la política es el arte de manejarse entre "lo real y lo posible".

Tengo esperanza en el diálogo que es lo propio de la política y muy especialmente del parlamento. Si no se parlamenta no hay leyes y leyes de calidad, por lo tanto, no están cumpliendo con la tarea para la cual fueron elegidos. Pero el diálogo es fecundo cuando escucho al otro que no piensa igual que yo. Hay un pensamiento que nos enseña que "peor que la soberbia de quienes no admiten que se han equivocado, es la arrogancia de quien no sabe decir; tienes razón disculpa."

Tengo esperanza que se comprenderá que no hay libertad ni igualdad sin fraternidad. Solo en un caminar solidario y pensando en el bien común y muy especialmente los más carenciados se logra una sociedad justa, libre e igualitaria y en definitiva más estable y feliz para todos. La alternativa individualista solo genera una felicidad para algunos, un resentimiento para la mayoría y una permanente inestabilidad para el país.

Tengo esperanza que cada vez más comprenderemos que para vivir en sociedad, no basta con centrarse solo en los derechos sino también en los deberes, porque uno y otro son interdependientes. Sin deberes no hay derechos. Sí, tengo esperanza en el futuro de nuestro país.

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