Vivienda, una misión de Estado

Revisando la cartera de proyectos de transportes que están en curso llama la atención el gran impulso que estos significarán para una mayor y mejor integración de nuestros territorios en sus áreas de influencia.

Un repaso por las iniciativas nos permite apreciar que habrá nuevos servicios de trenes y de Metro en las regiones Metropolitana, Valparaíso y Biobío, además de renovadas vías para unir zonas productivas, como la carretera de la Fruta, en O'Higgins, que se conecta con el puerto de San Antonio. A estos proyectos se suman la ampliación de las rutas 68 y 78; y la construcción del Teleférico Bicentenario, entre otras obras. Estas iniciativas ayudarán a que las áreas beneficiadas maximicen su potencial.

Una tarea importante es que se apliquen acciones concretas para que los territorios que tengan una nueva infraestructura de transporte de calidad estén a disposición del principal desafío que enfrentamos como país en los próximos años: encontrar solución habitacional digna a 600 mil familias que no tienen donde vivir. Por ejemplo, los municipios que se verán favorecidos por la extensión del Metro deberán facilitar la densificación de las áreas de influencia. Lo mismo debe suceder con los terrenos que mejorarán su conectividad como consecuencia de los nuevos servicios de ferrocarriles y de transporte carretero. Esto permitirá contar con los espacios necesarios para dar soluciones al problema de la vivienda.

Pero no basta con construir las casas. Hay que pensar en barrios. En esa línea, la infraestructura de transporte es fundamental, pero no es suficiente. Es necesario, además, dotar a estas zonas de servicios básicos como agua, energía, conectividad digital. También deben contar con servicios públicos y privados, como escuelas, hospitales, farmacias, áreas verdes y lugares recreacionales, entre otros.

Las instituciones del Estado responsables de llevar adelante estas inversiones deberán procurar poner esos territorios a disposición de quienes tienen la responsabilidad de diseñar los planes de vivienda, pero esto supone un compromiso mucho más integrado de actores públicos y privados.
Un país que se precie de avanzar hacia el desarrollo, comprometido con los Objetivos Sustentables de la Organización de las Naciones Unidas, que pretende ser un actor relevante entre los integrantes de OCDE y que aspira a mayores niveles de equidad, no puede soslayar la importancia del déficit habitacional que afecta a buena parte de la población.

Todos los proyectos de transportes constituyen un primer paso para generar zonas en las que se podrán satisfacer los requerimientos de habitabilidad, en la medida que se asuma como misión compartida la necesidad de cumplir con este propósito y dotar a esos terrenos de las condiciones para que cumpla con la funcionalidad requerida. Esto no puede ser una tarea encomendada sólo al Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Si bien esa cartera debe liderar el proceso, el compromiso debe ir más allá e involucrar a toda la institucionalidad pública con la urgencia que demanda un desafío de esta naturaleza.

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