En la reciente cuenta pública del Presidente Gabriel Boric, el mensaje sobre ciencia y tecnología destacó, lamentablemente, por su escasa densidad y superficialidad. Este vacío discursivo no solo refleja una falta de compromiso, sino una preocupante desconexión con las raíces ilustradas y universalistas que deberían orientar a cualquier gobierno comprometido con el verdadero progreso.
Resulta desalentador observar cómo el impulso que las ciencias requieren se desvanece en el ámbito de las políticas públicas, con un gobierno que parece más preocupado por la apariencia y la inmediatez, apelando a una retórica "tiktokera" y evitando profundizar en los desafíos reales y en las estrategias concretas para avanzar en esta materia.
La ciencia no es "woke" y debe dejar de ser un simple eslogan. Chile necesita un compromiso serio y continuo con el conocimiento y la innovación, con inversión, planificación y, sobre todo, una visión clara de su rol en la construcción de una sociedad moderna, que reconoce que el avance científico y tecnológico es fundamental para abordar los grandes retos contemporáneos, desde la crisis climática hasta las pandemias, pasando por la desigualdad social y económica.
No es bueno seguir subestimando la inteligencia y las expectativas de una ciudadanía que merece más que discursos simbólicos.
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