La sorpresa de las pandemias, paralelos con el estallido social

El 4 de septiembre del año 2022 se llevó a cabo en nuestro país el plebiscito para dirimir el futuro de la propuesta de una nueva Constitución. Esa Carta Magna fue elaborada por una Convención Constituyente electa democráticamente, lo cual en sí es algo inédito en nuestra historia como nación. Este mecanismo para generar una casa común, que es propio de sociedades maduras, en nuestro caso fue una salida política negociada para detener un conflicto social que podía poner en jaque a la institucionalidad. El movimiento social que se generó y llevo a una explosión de protestas a nivel nacional, y que se conoce como el estallido social de 2019, tuvo su origen en una serie de demandas basadas en la desigualdad económica, la falta de acceso a servicios básicos, el alto costo de la educación y la salud, entre otros temas.

Pero, ¿no existieron advertencias de que el estallido social podría ocurrir? ¿En verdad este proceso de malestar social nos sorprendió como sociedad y a la clase política? ¿Los responsables de velar por el ciudadano común se daban cuenta de que algo no estaba bien en Chile?

Es interesante notar que tanto el estallido social como la pandemia del Covid-19 tienen algunas similitudes y tal como el estallido sorprendió a la clase política, la pandemia de Covid-19 nos sorprendió como comunidad científica. Pese a que las señales de un estallido social estaban presentes en la gran desigualdad económica existente en nuestro país, las advertencias de una pandemia en ciernes también estaban ahí presentes. Una serie de reportes en la década previa a la pandemia advirtieron de la alta probabilidad que ocurriese un evento de este tipo por efecto de zoonosis o adaptación de un virus desde una especie a otra. El comportamiento de algunos virus en esta misma línea también fue nuestra advertencia, incluyendo a algunos representantes del género Coronavirus, al cual pertenece el virus Sars-Cov2 causante de la pandemia Covid-19, también dieron señales de estas posibilidades. En el 2002 ocurrió una epidemia denominada síndrome respiratorio agudo grave o SARS, la cual se originó en China y se extendió por 26 países, con 774 muertos. En el 2012, el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS) fue detectado por primera vez en Arabia Saudita y posteriormente se extendió a 27 países del oriente.

Hasta el 2022, se habían notificado un total de 2.600 casos, con 35% de letalidad asociada. Tanto SARS como MERS, cuando se detectaron, fueron patologías de preocupación para la salud humana. ¿Cuál es la razón principal de estas preocupaciones? Se debe a que corresponden a patógenos desconocidos para el sistema inmune humano y porque además no contábamos con medidas profilácticas masivas para hacerle frente. Esto hace recordar que una de las principales armas del invasor español en la conquista de América, fueron las armas biológicas, siendo ellos los agentes contaminantes y portadores de virus con los que los pueblos nativos no habían tenido contacto.

En el caso de los virus causantes de SARS y MERS, la contagiosidad e infección de estos fue baja, por lo cual pronto dejaron de ser virus de alta preocupación. En el caso del estallido también las señales estaban, no surge espontánea e instantáneamente, financiado por Maduro y menos asociado al pop coreano. Se produce por un crecimiento desigual y distribución extrema de la riqueza en nuestro país, es decir, existían señales de que se podría producir por curso natural.

Además de estas señales recientes, en el caso de la pandemia, la humanidad ha tenido señales históricas ligadas a epidemias mundiales. En 1347, la bacteria Yersinia pestis generó la plaga conocida como la peste negra, la cual asoló a la población europea generando una mortalidad cercana o mayor al 50%. En 1918, la cepa H1N1 del virus de la influenza generó la pandemia conocida como gripe española, facilitada por el movimiento de soldados entre los continentes como producto del desarrollo de la Primera Guerra Mundial. Esta enfermedad dio la vuelta al mundo en cuatro meses y generó una mortalidad de entre 21 a 100 millones de personas. Como es de suponer, la mortalidad fue más elevada en poblaciones que nunca habían sido afectadas por la influenza, y existen reportes que indican incluso mortalidad de más de 40 mil personas en nuestro país.

Durante la temporada de gripe 2009-2010, la cepa H1N1 nuevamente fue una de preocupación, dado el gran número de personas que se enfermaron en todo el mundo. Hoy esta cepa vuelve a ser un virus de preocupación, considerando el alto número de animales en los cuales ha sido detectada la gripe aviar, incluyendo transmisión en mamíferos marinos y recientemente "la domesticación" a humanos.

Si bien la influenza nos ha dado las señales de preocupación, la existencia de vacunas contra este virus podría ser clave para la protección y para estar mejor preparados frente a la aparición de cepas más virulentas. Pero, ¿qué podemos hacer frente a virus que producen mayor mortalidad y la posibilidad de generar contagios masivos? Si bien esta posibilidad es en parte ficción, no debemos olvidar que en marzo de 2014 se produjo en África occidental un brote de fiebre hemorrágica del Ebola, generada por el virus del Ebola que presenta 50% de letalidad. Esta enfermedad fue contenida en África, sin embargo, se registraron casos de la enfermedad en USA y España, de pacientes contagiados en los países donde cursó la epidemia, con un total de cerca de 30 mil muertos en 2 años.

Otros virus con alta mortalidad como el virus del Hanta, que a la fecha puede infectar humanos por contacto directo de secreciones de animales infectados, generando una mortalidad cercana a 50%. Afortunadamente, no se ha desarrollado transferencia horizontal, es decir contagio de humano infectado a humano. Sin embargo, como nos ha enseñado la historia podemos estar a un paso de que estos mecanismos ocurran. Más aun, la posibilidad de vernos afectados por nuevos virus se hace cada vez más probable, parte de esto tiene que ver con la intromisión del ser humano en sectores inexplorados.

En la historia de la humanidad con los patógenos, así como en nuestra historia política reciente, no debemos dejar de mirar las advertencias que se nos presentan. El caso reciente del virus de influenza aviar H1N1 nos urge a estar preparados y a realizar medidas preventivas o profilácticas, para mitigar los impactos de una nueva pandemia y tal como ocurre asociado a nuestra sociedad, nunca minimizar las señales y sus razones, ni perder de vista la historia. En el caso del estallido social, la demanda de una nueva Constitución fue una respuesta a la falta de representatividad y participación ciudadana en la toma de decisiones políticas. En el caso de la pandemia, la necesidad de una respuesta rápida y efectiva a la crisis ha requerido la participación activa y la colaboración de la sociedad en su conjunto. Podemos decir que como comunidad científica aprendimos y podemos generar propuestas para afrontar una nueva pandemia, ¿pasará lo mismo respecto a las demandas sociales que generaron el estallido?

 

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