La nanotecnología desempeña un papel silencioso pero cada vez más importante en nuestras vidas. También lo hace mejorando el desarrollo y la competitividad económica mundial de nuestro país, debido a su creciente impacto en la industria minera, tan relevante para Chile y que en agosto celebra su mes.
Acostumbrados a teléfonos más eficientes, medios de diagnóstico y tratamiento médico asombrosos y alimentos que duran mucho más, comprobamos ahora que la nanotecnología (es decir, la tecnología basada en el uso de elementos aún más pequeños que los microscópicos) permite fabricar materiales más resistentes, reactivos más eficientes y sistemas de monitoreo más sensibles en la minería, reforzando la productividad y la seguridad en las operaciones de la industria más relevante del país.
En la explotación moderna de los minerales, la nanotecnología tiene un rol fundamental con aplicaciones que consideran recubrimientos ultra resistentes en equipos de perforación, sensores de alta sensibilidad para incrementar la seguridad de las operaciones, técnicas de remediación ambiental más eficaces y nuevas posibilidades para el almacenamiento de energía, entre otras.
Esta convergencia entre nanotecnología y minería ofrece oportunidades en la búsqueda de una minería más eficiente y sustentable, en momentos en que el mundo exige cada vez un menor impacto ambiental a los procesos de extracción y comercio de estos minerales.
En Cedenna hace ya una década nos dispusimos a colaborar en este desafío, aportando desde el desarrollo de sensores que monitorean en línea las condiciones de diferentes maquinarias y la detección de tierras raras. Pero la nanotecnología puede impactar en muchos más ámbitos.
Por ejemplo, en las localidades en que se desarrolla la extracción minera, resulta gravitante la participación de la nanotecnología en la remediación de suelos y aguas contaminadas, pues las actividades mineras suelen afectarlos con metales pesados como el arsénico, plomo, cadmio u otras sustancias tóxicas. La nanotecnología también ofrece soluciones novedosas para este problema, mediante el uso de nanopartículas diseñadas para atraer, transformar o inmovilizar contaminantes. Un ejemplo es la aplicación de nanopartículas de hierro para tratar aguas subterráneas que contengan metales pesados, debido a que, al ser inyectadas en un acuífero, capturan los metales y neutralizan los ácidos de forma mucho más eficiente que los métodos tradicionales, reduciendo la acidez y toxicidad del efluente.
Además, reduce los costos: una pequeña cantidad de estos adsorbentes puede retener grandes cantidades de contaminante y se requieren dosis mucho menores de material para purificar agua con arsénico o plomo. Estas técnicas de nanorremediación ya se prueban en terreno: por ejemplo, para inmovilizar metales pesados en suelos cercanos a relaves en Taltal (Región de Antofagasta). Un caso emblemático de unión entre la nanotecnología y la protección del medioambiente comunitario.
Esto son solo algunos ejemplos de los aportes que la nanociencia y la nanotecnología pueden hacer a Chile y a su minería. Desde la nanoescala podemos contribuir a que las operaciones mineras sean más seguras y eficientes, disponer de mejores datos en tiempo real para tomar decisiones informadas y prevenir incidentes y proteger la salud de sus trabajadores y de las comunidades en que se encuentran estas importantes faenas económicas. La minería chilena avanza hacia el futuro de la mano de la nanociencia y la nanotecnología.
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