Pedro Pascal y los productos nacionales

Este año, el estresante marzo ha sido condimentado con sabrosas noticias relacionadas con un noble alimento: el sándwich. Primero, apareció una lista elaborada por un sitio gastronómico y muchos preguntaron qué pasó con los chilenos. ¿Y el Barros Luco? ¿O el chacarero? Para mayor afrenta, el pan con palta aparecía asignado a Estados Unidos. Los memes florecieron, en un país donde, en cada rincón, el humor brota con facilidad.

La reivindicación llegaría con un video en que Pedro Pascal y el director estadounidense Jon Favreau comparan comidas de sus países, ganando Chile 4 a 1. Uno de esos puntos fue la marraqueta con palta, vencedora frente al pan con mantequilla de maní y mermelada.

Pero además de competencias culinarias, la historia del sándwich se cruza con otras batallas, y, al menos con un par de productos nacionales: el cobre y nuestro proverbial sentido del humor.

Lo que hoy llamamos sándwich proviene de John Montagu, cuarto conde de Sandwich, quien solía pedir que le llevaran trozos de carne entre dos panes. La versión más popular del rumor dice que era para no interrumpir el juego durante sus largas sesiones de apuestas. Otros dicen que para no detener su trabajo.

Como sea, su conflictivo estilo de vida no fue obstáculo para llegar a importantes cargos. Seguramente el principal fue el de Primer Lord del Almirantazgo, básicamente a cargo de las decisiones sobre la flota británica, entre 1771 y 1782. Momento complejo, con conflictos activos con Francia y España, mientras las colonias en América presionaban por independizarse. Mantener el poderío naval era una tarea titánica, y Lord Sandwich no siempre estuvo a la altura.

Desde la antigüedad, las embarcaciones tenían un molesto problema: las bromas (Teredo navalis). Un molusco, conocido también como gusano de barco, que carcome lentamente la madera de los navíos. Lenta destrucción que, eventualmente, derivó en nuestra palabra "broma", algo gracioso que progresivamente horada la paciencia.

Un importante descubrimiento, casual inicialmente, fue que el cobre protegía la madera de las bromas, por lo cual en el siglo XVIII se propuso recubrir las naves británicas con dicho metal. Pero era costoso y causaba otros problemas de mantenimiento. Para 1769, la técnica había mejorado, pero no lo suficiente.

Y entonces, la guerra precipitó todo. Los conflictos navales escalaron, las tensiones en las colonias británicas aumentaron y la nación necesitaba una flota numerosa y eficiente para cubrir todos los frentes, incluyendo que las naves resistiesen más tiempo en el océano.

Lord Sandwich no salió bien parado. Sus decisiones eran consideradas incompetentes. ¿Enviamos más barcos a América, para evitar la sublevación, o protegemos el frente europeo? Optó por lo segundo. Peor aún, el recubrimiento de cobre no lo convencía. Su lenta reacción inicial costó cara. La falta de naves adecuadamente protegidas se tradujo en la pérdida de las colonias, que declararon su independencia en 1776 para convertirse en Estados Unidos, nación en la que 125 años después nacería el sándwich que no pudo vencer al pan con palta.

Pero la presión bélica fue mayor, muchas más naves se protegieron con cobre, lo cual, junto con algunas importantes victorias, permitió a los británicos mantener su dominio en los océanos. En tanto, Lord Sandwich era criticado, aunque cuando dejó su cargo, en 1782, defendía el recubrimiento de cobre como uno de sus logros más importantes.

¿Cómo funcionaba eso? En esa época, había pocas herramientas para comprender por qué el cobre mantenía alejadas a las bromas. La primera lista moderna de elementos químicos apareció recién en 1789, la noción de átomos recién se asentaría en el siglo siguiente. y más de un siglo pasaría hasta el descubrimiento de los electrones.

Actualmente sabemos que el cobre protege contra la aparición de bacterias, hongos o algas, gracias a que algunos de sus iones (átomos de cobre con uno o dos electrones menos) pueden ser absorbidos por seres vivos, interfiriendo con los procesos moleculares al interior de sus células. Gracias a estos conocimientos, los usos del cobre en este ámbito se han extendido, en pesticidas en agricultura, o en el recubrimiento de superficies como pasamanos, manillas de puertas, llaves en lavamanos, entre otros.

Hoy podemos ir más allá del ensayo y error. Y si desarrollar un exitoso sándwich requiere una gran intuición inicial, como la de los primeros navegantes al proteger sus naves, conocer más sobre la física y la ciencia de los materiales asociados, nos permite tener mejores soluciones, más eficientes y menos costosas.

Es labor permanente de nuestro país que más científicos nacionales participen de ese proceso de búsqueda y aplicación de nuevos conocimientos. Pedro Pascal es un muy buen ejemplo de un talento actoral que ha podido brillar internacionalmente. También hay talento y trabajo científico nacional abriéndose paso. Ojalá que existan las oportunidades adecuadas, para que Chile, además de país de poetas, de artistas y de humoristas, sea también conocido como un país de científicos (as).

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