El cantautor estadounidense Bob Dylan ha sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura 2016, provocando sorpresa y críticas a favor y en contra en la prensa mundial. ¿Gestión política o alto conocimiento poético del jurado? Es la pregunta que ronda.
La Academia sueca da como fundamento de la elección, que Dylan se adjudicó el premio por “haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición de la canción americana” [léase norteamericana o estadounidense].
Ahora bien, si parafraseamos este argumento, podríamos decir, por ejemplo, en relación a dos cantautores y poetas latinoamericanos como lo son Silvio Rodríguez y Patricio Manns, que ellos se merecerían también el premio en algún momento por “haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición de la canción latinoamericana”. Un hecho de la causa irrefutable. Estos dos autores están a la misma altura poética y musical que Dylan. La diferencia para efectos de reconocimiento es que Dylan es estadounidense y Rodríguez y Manns son cubano y chileno.
Pero ¿es correcta esta premiación? Sí, lo es, porque se reconoce que los cantautores son parte de la tradición poética mundial. Algo que a la comunidad literaria chilena le cuesta aceptar y considerar debido a su ignorancia y observación permanente de su propio ombligo.
La comunidad literaria chilena está plagada de esnobismo, siutiquería, iletrados, discriminación y aniñadores de caballos cojos. Imagínense que elevan a la categoría de lumbreras poéticas a “contadores de chistes” y “descubridores de la pólvora”. De hecho en Chile se desconoció por años a Violeta Parra como poeta.
Lo mismo sucede con otros autores pertenecientes al movimiento denominado la Nueva Canción Chilena mientras que la prensa “especializada”, en concomitancia con la academia, trata a la generación del ‘60 como si fueran sumos sacerdotes de la poesía, cuando la realidad nos indica que en general se trata de una generación bastante peso pluma.
El cantautor (sin desconocer que hay algunos horrorosos como Ricardo Arjona o Alberto Plaza) es heredero del trovador, del juglar, del aedo. La poesía desde siempre ha estado ligada a la música.
Por lo tanto, el premio a Bob Dylan es un reconocimiento a esta condición, y que además galardona una poesía que nos muestra mundos que sobreviven a pesar de ser permanentemente azotados por la inclemencia del capitalismo.
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