El próximo 25 y 26 de mayo se celebrará el Día del Patrimonio Cultural, un fin de semana para conocer, reconocer y visitar edificios, objetos y una diversidad de bienes que nos hablan de nuestra historia e identidad nacional.
Dos días para conmemorar 20 años de una actividad que se ha transformado en un panorama intergeneracional que convoca a todos los chilenos sin excepción.
Como ocurre anualmente durante el mes de mayo, se abrirán las puertas de nuestro pasado. Toda una tradición que en esta oportunidad podría además convertirse en una experiencia humanizada. Es decir que del mudo testigo que conforman las paredes, pasillos, escaleras, salas y vitrinas de un museo, archivo o palacio, pusiéramos ojos y oídos también a los recuerdos, testimonios y relatos de quienes fueron protagonistas, legaron y/o mantienen viva la memoria de un hito, tradición, saber u oficio.
Muchos de ellos y ellas son personas mayores que viven entre nosotros, en el grupo familiar, los vecinos, amigos, conocidos que son una biblioteca que tarde, mal y nunca consultamos.
Es el patrimonio interior, el que llevamos dentro y que podríamos descubrir o redescubrir, partiendo por el origen de la parentela, el apellido, el árbol genealógico, la biografía de nuestros bisabuelos, abuelos y padres.
Cuanta sabiduría hay en nuestro entorno que desconocemos o está invisibilizada. En el cuidador del Palacio Pereira, en el almacenero que heredó el negocio de su padre, en las bordadoras del CIAM Santa Isabel en Providencia, en el lustrabotas del antiguo cine Rex en Santiago Centro. En el “Tello” Mena que a los 85 hizo un disco de música de raíz folclórica con su nieto Claudio Constanzo de 18 años.
Chile ratificó la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Inmaterial de la Unesco, como Estado miembro, en 2009, lo que permitió ampliar el concepto de patrimonio, desplazando la atención del objeto al sujeto de derecho.
En pleno siglo XXI, el patrimonio cultural demanda participación de la comunidad, con más inclusión y accesibilidad, donde las personas mayores tengan la oportunidad de compartir su experiencia con las nuevas generaciones de niños, jóvenes y adultos.
Qué mejor guía que alguien con un aquilatado curso de vida para escribir o hablar de su pueblo o tierra, de su quehacer o herencia.
Gracias a la gestión visionaria de Marta Cruz-Coke y Clara Budnik, con 96 y 80 años en la actualidad, respectivamente, podremos disfrutar próximamente de dos jornadas dedicadas al patrimonio material e inmaterial. Salud y larga vida entonces al Día del Patrimonio Cultural.
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