La educación prohibida

Gladys Alcaíno
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Mientras la poca prensa nacional dedicada al cine levanta críticas o polémicas por películas inspiradas en estrategias de campaña o en personajes de televisión, mientras los superhéroes de la ficción rompen record de taquilla aquí y en el resto del mundo, disfrazando a nuestros niños con todo el merchandising que pueden llegar a desear después de ver las superproducciones, en circuitos alternativos de Santiago se ha exhibido a sala llena el documental “La educación prohibida”.

Lo primero destacable de este documental es que en sus créditos enfatiza que tuvo 704 productores, ciudadanos comunes de distintos países que hicieron aportes personales para que éste pudiera materializarse. Luego, el equipo realizador pone a disposición el documental a todo aquel que se interese por esta película, aclarando que se puede copiar, difundir, intervenir y mostrar en donde se quiera, con la condición que sea sin fines de lucro, pues declaran que para ellos la cultura se protege compartiéndola.

Es así, como lejos de la industria, trasgrediendo los modos habituales de producción, luego de años de investigación, viajes y registros, estos jóvenes audiovisualistas argentinos dieron cuerpo a esta pieza independiente dirigida por German Doin, que cuestiona los modelos de educación instalados ya por más de dos siglos.

“La educación prohibida” mezcla en su formato distintas técnicas de animación, una trama argumental protagonizada entre otros por el actor argentino Gastón Pauls, como también incluye entrevistas realizadas en su mayoría a quienes forman parte de al menos 45 experiencias educativas autónomas, desentendidas del modelo educativo oficial de sus distintos países, entre ellos Chile.

Estas voces dan cuenta de que más allá de rechazar la educación como está concebida, se pueden generar proyectos libres que funcionan al margen de las estructuras dominantes.

En su ensayo “El documental como monumental: vehículo de la memoria” Claudio Rolle vincula al historiador con el documentalista, y cita al polaco Witol Kula, quien sostiene que “el historiador hace a la sociedad conciente de la propia individualidad y al mismo tiempo hace esta individualidad comprensible a los otros.Comprender a los otros”.

Bajo este prisma, vale destacar un momento del documental, en que Rafael González Heck, profesor de una de las varias iniciativas educativas autónomas en Chile, realiza una mirada histórica que contextualiza la escuelización de la educación, el origen de su obligatoriedad y homogeneización, y aclara que “al sistema y a los Estados no les preocupa el ser humano como persona, como individuo y que en esos términos toda educación que busque otra cosa finalmente es prohibida”.

Por todo esto, tal vez el aspecto más conmovedor de "La educación prohibida", es que sus realizadores reconstruyen la historia de la educación como la conocemos hasta hoy, pero a su vez se detienen con insistencia en estas otras iniciativas libres, prohibidas y desconocidas por el sistema, despertándonos a que otra realidad es posible, y dejándonos además con la pregunta: ¿hasta cuándo vamos a permitir que se nos prohíba el derecho de elegir aspectos tan fundamentales de nuestras vidas, como el educar bajo una opción propia y libre a nuestros niños, jóvenes y a nosotros mismos?

Nota de la autora :Si a usted le interesa está en www.laeducaciónprohibida.com

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