Durante estas semanas, con los Panamericanos y los Parapanamericanos, vivimos la alegría del deporte en nuestro país, que se destacó como anfitrión y vio brillar a sus atletas y paratletas en diversas disciplinas; gritamos, saltamos, reímos y hasta lloramos con sus triunfos y dificultades. Sin embargo, tras el resplandor de este éxito se esconde una realidad que requiere nuestra atención y acción inmediata: la falta de apoyo sostenible a los y las deportistas chilenos.
En las últimas semanas hemos sido testigos de los testimonios de varios deportistas que han tenido que superar obstáculos desproporcionados para competir a nivel profesional. La historia de Jorge Pérez, judoca y medallista de plata en Santiago 2023, es un ejemplo elocuente. Para costear su viaje a los Juegos tuvo que recurrir a la venta de números de rifas, evidenciando la falta de financiamiento que sufren muchos y muchas atletas en Chile.
Natalia Duco, una histórica deportista chilena y atleta de renombre, se vio obligada a suspender su entrenamiento por un tiempo para cuidar a su hijo recién nacido. Este sacrificio refleja la falta de políticas en materia de cuidados y corresponsabilidad a las y los deportistas en situaciones similares, que desean compatibilizar sus carreras con su vida familiar.
Amanda Cerna, paratleta de Chiloé, que luego de salir de cuarto medio tomó la difícil decisión de dejar el lugar donde creció, a su familia y amigos, para irse a Santiago y ser deportista, ya que no contaba con las instalaciones en la isla para practicar atletismo; sólo había una pista de tierra, que con la lluvia recurrente de Castro estaba siempre resbaladiza, exponiéndose a lesiones.
También está la historia de Hugo Catrileo, un maratonista que creció en una comunidad mapuche en la Región de La Araucanía y que, a pesar de su pasión por el atletismo, carecía de los recursos necesarios para entrenar adecuadamente. Lo hacía en un campo abierto, sin la infraestructura ni el equipamiento necesario, y además debía trabajar para ayudar a su familia, lo que limitaba su tiempo para entrenar.
La medallista de oro en los 400 metros planos, Martina Weil, también compartió su experiencia y destacó la suerte de contar con el apoyo económico de su familia. Sin embargo, esta suerte no es compartida por la mayoría. Ella destacaba muy bien, la desigual situación de las y los deportistas en Chile, que al igual que con muchas otras aristas de nuestra sociedad, depende de la familia de dónde provienen y del tamaño de la billetera.
Estos testimonios revelan una realidad alarmante: la ausencia de políticas efectivas que permitan a todas y todos los deportistas practicar su disciplina a nivel profesional. Las y los atletas se ven obligados a asumir los costos de su propio entrenamiento, forzándolos a trabajar en otros empleos para subsistir. Además, deben enfrentar la dificultad de equilibrar su entrenamiento con las labores de cuidado, lo que obstaculiza aún más su desarrollo deportivo.
El deporte es un derecho fundamental para todos los chilenos y chilenas, sin importar su origen o situación económica. Es imperativo que el Estado implemente políticas públicas que respalden a las y los deportistas chilenos y aseguren que tengan igualdad de oportunidades para alcanzar sus sueños deportivos.
Asimismo, es igualmente urgente que los recursos disponibles se destinen para estos objetivos, y también que se fortalezcan medidas para mejorar la recaudación y los presupuestos. Por esto, es fundamental que el Ministerio del Deporte diseñe y empuje estas políticas, y que exista, para profundizarlas, voluntad del gobierno de turno y el Congreso.
Por ejemplo, hay que mirar a Chile a lo largo y ancho, y avanzar en establecer centros de entrenamiento de alto rendimiento en todo el país, dotados de la infraestructura y el equipamiento adecuados, que sirva a atletas y paratletas. Asimismo, debemos promover la conciliación de la vida familiar y deportiva, brindando apoyo a las y los deportistas para que puedan equilibrar sus responsabilidades familiares con sus aspiraciones deportivas.
Además de estas medidas, es esencial que se promulgue una legislación que permita a las y los deportistas compatibilizar sus responsabilidades laborales con el entrenamiento. Esto podría incluir permisos laborales para deportistas de alto rendimiento, reducción de la jornada laboral y mayor flexibilidad laboral, sin que ello implique precarización. Esto iría en la misma línea del proyecto que ya aprobamos en la Comisión de Deportes y Recreación, que busca otorgar facilidades para compatibilizar estudios con la práctica intensiva del deporte, incluyendo a personas con discapacidad.
La implementación de estas medidas no sólo sería un paso significativo hacia la igualdad de oportunidades en el deporte, sino también una muestra de nuestro compromiso con los valores de equidad y justicia que deben prevalecer en nuestra sociedad. No podemos permitir que nuestras y nuestros deportistas se vean limitados por obstáculos económicos y de tiempo, privándoles a ellos, ellas y a Chile de su potencial y de sus éxitos. Es hora de que el Estado chileno actúe con determinación para brindar el apoyo necesario a los y las atletas y permitirles alcanzar sus sueños, contribuyendo así al desarrollo y la excelencia en el deporte nacional.
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