En medio de la pandemia y la incertidumbre que trae consigo para el futuro del fútbol y la sociedad en general, este 30 de julio se realizaron las elecciones en la ANFP. Si bien en las semanas previas hubo diversos trascendidos y rondó la posibilidad de una “lista de consenso”, Pablo Milad y Lorenzo Antillo encabezaron los bloques que se han conocido mediáticamente como la “gobernabilidad” y la “disidencia”, en función de sus posturas frente a la prematuramente fallida presidencia de Sebastián Moreno, cuyo ascenso al poder de Quilín - valga recordar - fue apoyado ampliamente por personeros que hoy conforman ambos actuales bandos, en una errática continuidad cuyos resultados son hoy lamentados por todo el mundo del fútbol.
En el marco de esta coyuntura han circulado propuestas diversas. Algunas valorables, que dan cuenta de lo mucho que hemos corrido el cerco de lo posible quienes desde hace años venimos denunciando los estragos del fútbol negocio en Chile, como la fijación de residencia obligatoria en nuestro país y la prohibición de empresarios y agentes de jugadores de participar en la dirigencia de clubes profesionales.
Un tema que desde el CSD Colo-Colo junto a otros clubes y una bancada transversal de diputados impulsamos como parte del proyecto que modifica la ley de SADP, pero que lamentablemente no fue aprobado en la Cámara con el quórum suficiente tras el rechazo en bloque de Chile Vamos. Y al cual sin duda debería agregarse, como se consignaba en el proyecto de ley originalmente presentado ante la Cámara de Diputados, la prohibición de participar en la propiedad de más de una organización deportiva profesional, poniendo fin a casos aberrantes de clubes de un mismo dueño enfrentándose entre si.
Sin perjuicio de lo anterior, tanto los nombres que están hoy sobre la mesa como los proyectos generales que impulsan, son mucho más reflejo de continuidad que de cambio. Cualquiera sea el resultado, las definiciones del futuro del fútbol una vez más tendrán al socio e hincha como mero espectador.
La llamada “familia del fútbol” seguirá restringida a un Consejo de Presidentes hermético y ajeno al resto del mundo, cualidad que por cierto es anterior al modelo de SADP, pero se ha hecho más profunda con éste, convirtiendo a la ANFP en una asamblea de dueños y controladores, en algunos casos de difusa procedencia y representación, antes que en una asamblea de dirigentes mandatados por sus socios y socias.
Las diferencias parecen residir en esta vuelta en matices respecto a cómo relacionarse con el “negocio” del fútbol en el corto plazo, que a proyectos y visiones genuinamente distintas, que permitan conectar al fútbol nuevamente con la sociedad en la que se inserta.
En este contexto, como Club Social y Deportivo Colo-Colo seguimos convencidos en la necesidad de posicionar una vía distinta de mejoramiento de largo plazo de nuestro fútbol, postura que concita un transversal respaldo entre nuestros socios y socias, según la más reciente encuesta del Centro de Estudios Sociales y Políticos del Club.
En tal sentido, valga destacar que la Comisión Investigadora parlamentaria sobre la ANFP del año 2018 arrojó luces relevantes respecto de la necesidad de fortalecer la fiscalización externa a la asociación (ministerio de Justicia, IND, SII, Dirección del Trabajo), clarificando los roles de los organismos públicos pertinentes y dotándolos de mayores facultades.
Pero la gran transformación del fútbol chileno deberá ir necesariamente de la mano con cambios en las organizaciones deportivas que lo componen.
No basta sólo con la fiscalización externa, es fundamental fortalecer el control más importante de todos: la vigilancia y soberanía democrática que han de ejercer los socios e hinchas sobre sus clubes.
Un fútbol que cuando termine la pandemia necesitará sí o sí reconquistar y reconvocar al hincha, debe hacerlo bajo una lógica distinta, concibiéndolo como sujeto efectivamente de derechos y deberes, y no como un mero cliente con el único derecho de consumir y una lista de deberes cada vez más extensa e invasiva.
Para fortalecer esta soberanía democrática, el avance legislativo de la modificación a la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas Profesionales resulta fundamental.
Este proyecto fue aprobado por la Cámara de Diputados en septiembre de 2018 y, lamentablemente, duerme desde entonces en la Comisión de Constitución del Senado.
Su aprobación constituiría un primer paso fundamental que vaya en sintonía con los cambios de fondo que necesita nuestra sociedad, al posibilitar la administración de deporte profesional directamente desde corporaciones sin fines de lucro, al mejorar sustantivamente los estándares de fiscalización de cada administración, evitando, por ejemplo, la impunidad de la que gozan quienes fundieron en su momento la S.A. controladora de Deportes Concepción, posibilitar que socios e hinchas controlen hasta el 51% de la propiedad de una S.A. del fútbol, empoderar a los clubes sociales como interlocutores y constituir espacios democráticos de representación de socios/as allí donde los clubes fueron arrasados, entre otras transformaciones.
Espero que, en un contexto donde el fútbol y sus dilemas institucionales vuelven a ser parte de la conversación política nacional, esta vez sí exista el espacio político real para avanzar en democracia y justicia para nuestro balompié.
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