Matthei, la verdad

Falleció hace solo unos días Fernando Matthei, oficial de la Fuerza Aérea que formó parte de la Junta de gobierno cúpula del régimen dictatorial. El la integró desde el año 1978 y hasta el fin de esa entidad; fueron precisamente los años de la más violenta represión en contra de los sectores democráticos.

Curiosamente, a sus honras fúnebres, junto a la abrumadora mayoría de partidarios de la dictadura, se ubicaron también algunos demócratas como el ministro de Defensa del actual gobierno, José Antonio Gómez, quien además es familiar de víctimas de la represión. Por su parte, importantes medios de difusión no escatimaron palabras para destacar la trayectoria del occiso que, además, recibió honores militares.

¿Simplemente mala memoria de los chilenos?

Por eso, para refrescar la memoria, quienes somos parte del mundo de la defensa de los derechos humanos, tan brutalmente violados por la dictadura de la que Matthei formó parte, tenemos la obligación de no callar y de hablar con la verdad.

Matthei era un experimentado militar operativo de inteligencia como consta en su hoja de vida, agregada a los procesos judiciales. No era un principiante. Registra felicitaciones por sus “méritos” y en esa hoja de vida consta que antes de 1973 había elaborado  “Informes de Inteligencia”. En expedientes de tribunales hay decenas de testimonios de oficiales y suboficiales de la FACH al respecto. La Dirección de Operaciones del arma del aire contaba con un Departamento de Inteligencia y Contrainteligencia, responsables finales de los actos de represión.

Consta también en la hoja de vida de Fernando Mattei que en diciembre de 1973 fue calificado como un superior que “actúa con energía, que no vacila en adoptar decisiones, incluso, dejando de lado trabas administrativas... y como Jefe responsable de ejercer el mando, asumiendo en forma irrestricta los riesgos que ello significa” .

Consta judicialmente que  se presentó a la Dirección de Operaciones de la FACH, el 21 de enero de 1974, y el 11 de julio de 1974 hizo entrega de esa Dirección,  donde tuvo un “sobresaliente desempeño

Cuando agregado militar en Londres del gobierno de la Unidad Popular, según nos relatara en su tiempo el ex embajador en Inglaterra, el ilustre penalista chileno don Alvaro Bunster, Matthei se expresaba con aprecio exagerado hacia el  doctor Salvador Allende, lo que no impidió que más tarde declarara que… “ si me hubieran encargado la misión de bombardear La Moneda, no habría vacilado un instante…

Lo objetivo es que luego del 11 de septiembre Matthei regresó a Chile y conforme al decreto de Pinochet n° 959 de 18 de diciembre de 1973, asumió la dirección de la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea de Chile, en donde, como consta en diversos expedientes judiciales, tanto chilenos como  de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se torturó a más de un  centenar de oficiales y suboficiales por el “delito” de no ser partidarios ni del quebrantamiento del orden constitucional ni de los crímenes de lesa humanidad que empezaron a cometerse desde el primer día.

En esa fatídica Academia Matthei era el responsable principal, jefe supremo, y tenía sus oficinas en el mismo edificio en donde se torturaba a sus compañeros de armas. El mismo reconoció ante las cámaras de CNN que sabía todo lo que sucedía, “pero no podía hacer nada.” (sic.) Sin embargo, se cuidó de agregar que en todo caso no se arrepentía de nada y que volvería a hacer lo mismo.

Fue precisamente esa declaración la que colmó toda medida y nos llevó a abogados de derechos humanos a pedir su procesamiento. Sin embargo, diversas circunstancias, ajenas al Derecho, impidieron su juzgamiento. No fue por falta de antecedentes. Sobran. Cualesquiera de los lectores puede, por ejemplo, solicitar el expediente rol 12 .806 que prueba la condición de sujeto activo del personaje. El mismo declaró que efectivamente conversó con algunos de los torturadores los que le relataron sus tareas pero que ellas se justificaban dado el estado de guerra que existiría.

Entre los torturados se encontraban muchos oficiales, como el general Alberto Bachelet, o el coronel Ernesto Galaz, a los que conocía sobradamente. Decenas y decenas de chilenos demócratas que hasta hoy luchan por sus derechos. No en vano en una carta a su hijo enviada desde la cárcel el general Bachelet dijo que esta dura experiencia le había enseñado quiénes eran realmente aquellos que él durante muchos años consideró como sus amigos.

Por nuestra parte hacemos ahora también algunos recuerdos que pudieran contribuir para que aquellos que parecieran haber perdido la memoria, la recuperen de una vez.

Porque nadie puede olvidar que esos años en que Matthei integró la Junta Militar gobernante fueron años terribles, quizás los más sangrientos. ¿Se les habrá olvidado también todo esto a quienes le rindieron honores ?

Los archivos de la Vicaría y todos los documentos referidos a la Memoria de esos años consignan el número de desaparecimientos de personas y asesinatos, y torturas registrados entre 1978 y hasta 1989.

Fue el tiempo de masacres, varias de ellas disimuladas como “enfrentamientos” como las de Fuenteovejuna, ocurrida el 7 de septiembre de 1983 en las calles Fuenteovejuna y Janequeo en la comuna de Las Condes, en donde como represalia por el atentado contra el Intendente, general Carol Urzúa, fueron asesinados en un falso enfrentamiento los dirigentes del MIR Orfilia Vergara, Arturo Villavela, Sergio Peña, Alejandro Salgado y Hugo Norberto Ratier.

O la  “Operación Albania”, también conocida como la de Corpus Christi, de  los días15 y 16 de junio de 1987, en donde fueron cobardemente acribillados 12 miembros del “Frente Patriótico Manuel Rodriguez”

O los cientos de  secuestros seguidos de asesinatos o desaparecimientos ocurridos a partir de 1978.

O la Operación “retiro de televisores”, para cambiar de lugar de entierro los restos de detenidos desaparecidos, o el asesinato del líder sindical Tucapel Jiménez el 25 de febrero de 1982, o el asesinato del periodista José Carrasco y los profesionales Felipe Rivera, Abraham Mustkatblit y GatónVidaurrázaga el 8 de septiembre de 1986, o el asesinato del ex Presidente Eduardo Frei Montalva el 22 de enero de 1982, o el degollamiento de Manuel Guerrero, José Manuel Parada y Santiago Nattino el 30 de marzo de 1985,  o el horroroso crimen de quemar vivos el 2 de julio de 1986 a Rodrigo Rojas Denegri y Carmen Gloria Quintana, o el cruel asesinato del líder opositor y dirigente del MIR Jeckar Neghme, en septiembre de 1989

De todos estos crímenes y muchos, muchos más, todos de amplia connotación mundial, ¿no llegó a enterarse el señor Matthei? Los cometía su gobierno, aquel del que era uno de sus máximos dirigentes.

Tratando de justificarlo un poco, más de alguien por estos días argumentó recordando la presión que Matthei ejerció para que la dictadura reconociera en su momento el triunfo del No en el Plebiscito de 1988. Pero la mayoría de quienes evocaron ese episodio “olvidaron” que en estricto rigor tal reconocimiento fue una imposición del gobierno norteamericano y, específicamente de la CIA, a los que Pinochet resultaba ya molesto para el desarrollo y consolidación del modelo de sociedad que el golpe del 73 imponía.

Si el lector lo duda, sugerimos una visita al Museo de la Memoria antes de fin de año y ver la exposición de documentos desclasificados de la CIA del investigador norteamericano Peter Kornbluh que estará abierta hasta entonces. Toda la verdad debe ser conocida. 

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