En la semana, una periodista y rostro de noticiario de televisión hizo un desafortunado comentario durante un matinal acerca de cómo mejorar las jubilaciones, “por ejemplo, dar trabajo a las personas que hoy día ya están jubiladas y que quizás quieran trabajar”.
Le llovieron las críticas al aire de parte de sus colegas y tampoco cesaron en las redes sociales.
No haré mofa de una colega. Tan sólo trataré de interpretarla, aunque sin perder la oportunidad de aclarar algunos puntos. En efecto, en la actualidad, podemos observar que buena parte de las personas llegan a su edad de jubilación en óptimas condiciones de salud y todavía con muchas energías y conocimiento para seguir aportando. ¡Qué duda cabe!
Comparto también la idea de que la etapa de jubilación puede impactar negativamente en el bienestar emocional de los adultos mayores y que podríamos ir incorporando alternativas para que esa trayectoria laboral fuera menos traumática (tema para otra columna).
Pero hoy el debate público no se centra en cómo hacemos para reinsertar socialmente a las personas mayores, arista pendiente que en algún momento también como país se deberá abordar; el ojo del huracán hoy gira en torno a cómo vamos a sobrevivir más de dos décadas con una mezquina pensión que, con muy buena suerte, alcanzará a un tercio de lo que solíamos ganar y en una etapa de la vida donde los gastos de bolsillo en salud van aumentando conforme pasan los años.
Frente a ese escenario, la salida para los adultos mayores no puede ser: “Trabajen más”. Es como venir recién a mostrarles la letra chica e invisible del contrato que les hicieron firmar en los años 80 cuando se cambiaron de sistema, o sea, un engaño.
Por lo demás, doblemente cuestionable, porque en Chile los seniors desde hace tiempo que están laborando y harto. Un informe de la empresa holandesa de recursos humanos Randstat (2015) mostró que el 22% de las personas mayores de 65 años en Chile trabaja, lo que nos convierte en el cuarto país con menor tasa de desempleo en este grupo etario a nivel global. Por su parte, los paísesde la OCDE tienden a estar hacia el otro lado de la tabla (EE.UU. 17,7%, Noruega 10,9).
No es una cifra para jactarnos, pues está lejos de reflejar que seamos una sociedad más inclusiva y moderna, sino que por el contrario, para muchos compatriotas el retiro laboral no es una opción, sino que su única opción para poder enfrentar las bajas pensiones.
De hecho, la última Encuesta de Calidad de Vida en la Vejez 2013 mostró que el 28% de los encuestados realizaba trabajo remunerado (proporción que tiende al alza respecto de años anteriores) y que para el 64,5% de ellos, la principal razón para seguir activo laboralmente es la necesidad económica.
Celebro a los seniors que siguen trabajando porque les gusta, pero la experiencia de envejecer es heterogénea. No exijamos a todos lo mismo.
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