La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una fuerza transformadora, redibujando los contornos del mundo. Más que una simple evolución tecnológica, es una verdadera revolución, que permea cada sector productivo. Por un lado, es una herramienta sin precedentes. Su capacidad para identificar patrones, automatizar tareas repetitivas y, crucialmente, producir nueva información y contenido (los llamados modelos de lenguaje generativos como ChatGPT, Gemini y tantos otros) ha simplificado procesos, acelerado la innovación y liberado el potencial de los equipos de trabajo para concentrarse en labores de mayor valor estratégico.
Pero la otra cara de la moneda está la incertidumbre. La misma eficiencia que celebramos genera inquietud: ¿terminará la IA por reemplazar a parte de la población activa? La velocidad y el alcance de la IA, que toca tanto a los trabajos manuales como a los intelectuales, intensifica la preocupación. La realidad, hasta ahora, apunta más a la transformación que al reemplazo puro, obligando a las personas a redefinir sus funciones en un entorno de cambios.
En Chile, esta paradoja se vive con especial intensidad. Una encuesta reciente de la Universidad San Sebastián indica que siete de cada 10 chilenos perciben estos sistemas como útiles o muy útiles. No obstante, emerge una brecha: el 30,6% de los encuestados dice nunca o casi nunca utilizarlos en su ámbito laboral. Este dato revela un desafío cultural y de gestión que las empresas no pueden permitirse ignorar.
La capacitación de compañías en esta materia no es un costo, sino la inversión estratégica más importante para el futuro. Es la clave para que estos sistemas y el capital humano de las firmas avancen de manera conjunta, optimizando la productividad sin caer en el riesgo de obsolescencia de las habilidades de los trabajadores. La baja tasa de adopción, a pesar del reconocimiento de su utilidad, es un síntoma de que la infraestructura de alfabetización en IA, aún es precaria. Se requiere educar a los equipos no solo en cómo usar la herramienta, sino en cuándo, por qué y con qué límites éticos aplicarla.
El mercado laboral ya está reflejando este cambio. Según un análisis hecho por profesionales del Banco Central, la demanda de habilidades de IA ha aumentado sostenidamente en el tiempo, lo cual se correlaciona con la detección de un mayor número de ofertas de trabajo que explícitamente buscan este tipo de conocimiento. Las habilidades detalladas en este ámbito también se han incrementado en cantidad y cada vez más grupos ocupacionales requieren manejo en esta área.
La IA ya no es un requisito exclusivo para los ingenieros o científicos de datos más calificados; está permeando los roles en marketing, en recursos humanos, legal y gestión. Se requieren nuevas competencias como la "ingeniería de prompts", la gestión ética de los datos y el pensamiento crítico para validar las salidas de los modelos.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado