Chile 2030, ¿nuevo pilar estratégico?

Si bien para algunos el año 2030 suena muy lejano, es clave desde ya plantearse preguntas como ¿qué nivel de desarrollo esperamos tener en Chile el año 2030? ¿Seremos más competitivos? ¿En qué áreas?

Chile es uno de los países más ricos en diversidad y cantidad de recursos naturales que existe en el mundo. Según el último ranking elaborado por el Banco Mundial, que considera los ingresos provenientes de la explotación de recursos naturales como proporción del Producto Interno Bruto (PIB), Chile se ubica en el puesto 37°, levemente después de Rusia (36°) y muy por encima de países desarrollados como Australia (72°), Finlandia (127°), Estados Unidos (135°), España (162°) y Suiza (172°). Lidera la región, quedando por encima de Perú (61°), México (77°) y Brasil (86°).

Sin embargo, actualmente, Chile carece de condiciones estructurales que le permitan incentivar su desarrollo, diversificado y sustentable en el tiempo. Si bien, tanto bienes como servicios han ido aumentando su propuesta de valor, aún queda un largo camino por recorrer para desmarcarnos de entre los países oferentes de comodities.

Antes de comenzar nuevamente a hacer esfuerzos aislados, tanto públicos como privados, y ganar “carreras cortas” individualmente, debemos definir cómo deseamos que sea nuestro Chile, por ejemplo, de cara al 2030.

Después de todo, los resultados que tendremos el día de mañana, sean buenos o no, son consecuencia de los comportamientos que adopten los diferentes actores de la economía, dadas las condiciones estructurales que existan en el mercado.

Tal vez la respuesta a una de nuestras necesidades ya la poseemos.

El Banco Central de Chile ha sido un organismo con muy buen desempeño a lo largo del tiempo. Autónomo, técnico y con objetivos claros, es responsable de la política monetaria, cambiaria y financiera del país, siendo su máxima autoridad un consejo con duración de diez años. Es a uno de ellos a quien el Presidente de la República designa por cinco años como presidente.

Considerando que los cambios de gobierno modifican más de alguna prioridad definida por alguna administración anterior como estratégica y por más destacado que sea su liderazgo, el tiempo es breve para realizar tantas tareas al unísono y de manera eficaz cada cuatro años. 

Por esa razón se hace necesario disponer de un organismo con características similar al Banco Central, en cuanto a su independencia y duración de sus mesas de trabajo, que vele por alcanzar los objetivos estratégicos de la nación en el largo plazo, mediante un plan integrado de trabajo con los diferentes actores que conforman las variadas posiciones del país.

Si nos centramos en establecer con claridad qué deseamos para nuestro Chile 2030, debemos alinear a ello el rol que tiene que desempeñar en el tiempo la formación y asistencia integral de niños, jóvenes y adultos, desde variados ámbitos

¿Qué educación necesitamos, porqué y para qué?

¿Qué esfuerzos en salud nos permitiría prevenir futuras condiciones médicas para así mejorar la calidad de vida de la población?

¿Qué buenos hábitos necesitamos fomentar desde etapa temprana en el ámbito nutricional, físico, cultural y hasta económico, por mencionar algunos?

¿De qué manera se puede obtener una mejor sinergia entre el sector público y privado?

Todo lo anterior nos permitirá reducir externalidades negativas del sistema actual y evolucionar hacia la construcción de un mejor Chile para nuestras nuevas generaciones.

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