Ciberseguridad, defender nuestro modo de vida

Hace una semana el Banco de Chile sufrió el ataque de un virus informático internacional que generó una serie de problemas en su red de sucursales. Se demoraron varios días en solucionarlo por completo. En los clientes del Banco se generó cierta inquietud que la empresa logró controlar, aunque hasta ahora no hay una explicación pública sobre la real magnitud del desastre informático.

Cabe consignar que el Banco de Chile es la segunda entidad financiera en términos de participación de mercado, cuenta con más de 2,1 millones de clientes activos al cierre de 2017, con activos por más de $30 mil millones.

La Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (Sbif) informó que está desarrollando actividades que buscan entender el alcance y riesgo de la situación. Los registros de la Sbif indican que entre 2015 y 2018 los bancos han reportado un total de 237 incidentes operacionales que pueden afectar la continuidad del negocio, la seguridad de la información o la imagen de la institución.

El peligro fue real. Tanto que autoridades en el Banco Central y del Ministerio de Hacienda también reaccionaron. Pero debemos pasar de la “reacción” a la proactividad.

Por los mismos días, desde la Comisión de Defensa Nacional del Senado organizamos un seminario de trabajo para perfilar una Política Pública para el Ciberespacio.  Reunimos a los principales expertos del país para acopiar ideas y propuestas relativas a fortalecer a Chile en este ámbito. Sabemos que los desafíos de seguridad nacional en el futuro, más que en el ámbito del armamentismo, está precisamente en el ámbito del mercado y las finanzas.

¿Se imagina el daño para Chile si uno o dos bancos grandes colapsan en sus operaciones?

¿Si los consumidores desconfían y se produce una corrida bancaria, seguida de un frenazo repentino en el consumo?

¿Podría el comercio haber celebrado las 200 mil transacciones del primer día del ciberday? Dudo que se hubiera llegado a los 90 millones de dólares en compras si las operaciones de un banco hubieran hecho crisis por un virus informático. 

Ciberseguridad es en la actualidad un espacio de trabajo que busca preservar modos de vida ya instalados en nuestra sociedad y, por lo mismo, nos remite también a las nuevas caras que asume la actividad criminal de bandas transnacionales, que saben aprovechar las vulnerabilidades.

Según expertos, este el nuevo campo de batalla para los ejércitos del siglo XXI, ya no son suficientes las tradicionales dimensiones de aire, mar y tierra. Es una plataforma asimétrica, que no reconoce fronteras y en la que coexisten aristas propias de la esfera política, jurídica, financiera, social, energética, militar y tecnológica, entre otras. Un mundo más bien anónimo, propicio para los ataques de alcance global y a bajo costo, que constituye un caldo de cultivo para las amenazas emergentes a la seguridad.

Chile tiene pendiente aún diseñar y aplicar estrategias, planes y normas dirigidos a regular este ámbito, para prevenir y sancionar conductas delictivas; así como de neutralizar ciberataques, siempre en consonancia con el respeto a los derechos y libertades fundamentales de las personas.

Tenemos avances, la Política Nacional de Ciberseguridad (2017) y la Política de Ciberdefensa (2018) son guías orientadoras en el ámbito de las tecnologías de la información. Sin embargo, son muchos los desafíos que debemos abordar de modo conjunto entre el Estado de Chile, el sector privado, el mundo civil y la academia, para establecer un dialogo social permanente que nos permita fijar retos y tareas a realizar en el corto y mediano plazo.

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