Crisis social instala la incertidumbre en la economía chilena
Los indicadores económicos no son los más auspiciosos para Chile. Los actores de la economía - empresas y familias - hoy ven con mayor incertidumbre el futuro del país, sobre todo porque no se han detenido los hechos de violencia, el actuar de los cuerpos policiales, los saqueos, incendios y la destrucción de bienes públicos y privados, aunque en las últimas semanas la política ha intentado encauzar institucionalmente las demandas sociales en materias como una nueva Constitución o mayores beneficios sociales.
Sabemos que los patrones de consumo e inversión desempeñan un papel fundamental en la economía de un país, dado que mientras el consumo es determinante para el bienestar de los hogares, la inversión es fundamental para el crecimiento económico.
Estos están basados en gran medida en la confianza y en las expectativas, es decir, en las percepciones de los agentes económicos sobre cómo sienten que las cosas están transitando y cómo sienten que peregrinarán en el corto y mediano plazo.
En otras palabras, según cómo vean el futuro decidirán si consumen e invierten o no.
La actividad de la economía pasó de un tenue crecimiento en el trimestre anterior (julio-septiembre) de 3%[1] a nula o incluso a decrecer en 0,5% en el mes de octubre, con lo cual se produjo un freno en el consumo para el último trimestre del año. Por ejemplo, durante octubre el comercio decreció entre 2% y un 4% luego del estallido social.
Con un dólar bordeando los 800 pesos, se producirá una baja de los salarios reales, ya que esto significa que nuestra moneda se está devaluando y que los productos importados que se compran en la moneda estadounidense sufrirán alzas de precios.
Al respecto, uno de los de mayor impacto es el precio de los combustibles, dado que golpea directamente en el rubro del transporte que es vital para mantener toda la cadena de suministro.
De esta forma, se genera un “efecto dominó” que termina por encarecer los precios de artículos esenciales como los alimentos, esto ya se vio reflejado en un aumentó del 0,8% del IPC del mes pasado, destacando las alzas en vivienda, servicios básicos y transporte.
Por el lado de la inversión, tampoco las cifras son alentadoras y esta sería una de las variables económicas más castigadas. Recordemos que en los últimos meses muchas Pymes que fueron objeto de ataques o vieron caer dramáticamente sus ventas, han debido bajar sus cortinas, lo que resulta grave considerando que ellas representan a lo menos el 50% de la fuerza laboral.
Los peores escenarios indican que se podrían perder hasta 300 mil empleos (como sugirió en su momento el ministro de Hacienda Ignacio Briones), mientras que en otros sectores, como el agrícola y manufacturero, proyectan sendas disminuciones en el crecimiento de 1% y 2% respectivamente.
La prima de riesgo de nuestro país aumentó en un 8%, lo cual hace que las inversiones en acciones chilenas sean miradas con cautela por el mercado bursátil.
Por todo lo anterior, el panorama para el 2020 no es de los mejores. La proyección de crecimiento para Chile es solo de 2,4% y finalizaremos este 2019 por debajo del 2%.
Además, esta expansión está condicionada a la pronta implementación de una agenda social que responda a las principales demandas ciudadanas o, al menos, diseñe una hoja de ruta clara y convincente en ese sentido. Y, desde luego, la economía también requiere que el gobierno pueda garantizar la seguridad en las calles.
Paralelamente, Chile también se podría ver afectado por la “Guerra Comercial” entre Estados Unidos y China, la cual ya está provocando una ralentización de la economía mundial cuyas pérdidas a nivel global se calculan en US$ 700 mil millones hasta 2020[2].
De modo que nuestro país enfrenta un escenario bastante difícil que está repercutiendo claramente en las decisiones de consumo e inversión. Por ende, incluso las proyecciones de crecimiento antes indicadas deberían revisarse a la baja si el país no es capaz de solucionar esta crisis y las cosas se salen de control.
2 FMI, Kristalina Georgieva
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