En cuanto a nuestra actividad emprendedora, Chile es uno de los países de la región que muestra un alto nivel de emprendimiento. Datos de los reportes del Global Entrepreneurship Monitor para Chile hablan que, en promedio, uno de cada cuatro chilenos son emprendedores. De acuerdo con Doing Business, somos el cuarto país con mayor facilidad de hacer negocios en Latinoamérica. Asimismo, estamos en el cuarto lugar en la medición de actividad emprendedora inicial y una alta tasa de negocios establecidos. Es decir, pareciera que en cuanto a emprendimientos estamos muy bien.
Lamentablemente, y al igual que algunos países en desarrollo, la gran mayoría de nuestros emprendimientos son precarios y no presentan valor agregado. Éstos se caracterizan por acercarse más a una definición de emprendimientos por necesidad, los que también son un signo de la mayor desigualdad que se genera en el país.
Se habla de emprendedores por necesidad cuando un hombre o una mujer se insertan en la actividad empresarial cuando no tienen otra alternativa. Es decir, dado que no tienen empleos, se ven obligados a emprender.
A nivel académico y de política pública, los emprendimientos por necesidad se asocian a los países en vías de desarrollo y a condiciones de pobreza, pues no se considera que aporten significativamente al crecimiento económico. A mayor emprendimiento por necesidad, mayor desigualdad.
En los últimos dos años, 2015 y 2016, llamó fuertemente la atención los datos entregados por el INE en cuanto a la disminución de asalariados y al aumento del empleo por cuenta propia. Las tendencias que se muestran nos hablan de menos asalariados y más emprendedores.
¿Qué características tienen estos emprendimientos? Pareciera ser que al ser emprendimientos que se dan por la no existencia de un mercado laboral en crecimiento, estos nuevos emprendedores caen en una clasificación por necesidad, y no por oportunidad.
Sin duda alguna, la desigualdad en nuestro país se seguirá profundizando en la medida de no tener un mercado laboral en crecimiento y desarrollo, o que los emprendimientos que se fomenten sean por oportunidad.
El potenciar actividades emprendedoras no siempre es sano, especialmente si son actividades de cuenta propia con condiciones precarias, sin agregar valor y con escasas oportunidades de crecimiento.
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