Hace pocos días se conmemoraron los 50 años del Metro, fecha que recuerda el inicio de sus operaciones, mas no a cuando comenzó su diseño, porque éste se remonta -por lo menos- al año 1968, cuando el entonces Presidente Frei Montalva firma el decreto que da inicio al proyecto, que se radica en el Ministerio de Obras Públicas, específicamente en la Dirección General de Obras Públicas y Dirección de Planeamiento.
En ambas divisiones se fraguaron los primeros bocetos del principal transporte público de la ciudad, y si uno revisa esos trazados de la época, ya estaban varios de los tramos hoy finalizados o en construcción, mientras otros se fueron modificando en virtud de la demanda y el crecimiento poblacional. Quien fuera uno de sus mayores impulsores fue el arquitecto y Premio Nacional Juan Parrochia, quien lideró al grupo que planificó esta megaobra desde su oficina del MOP en calle Morandé. Su equipo estaba consciente de que, detrás de estos diseños, había una tarea titánica por delante, y que su materialización tomaría décadas en concretarse.
Este es un buen ejemplo para destacar que esto no es nuevo, y que incluso, desde los primeros planos del alarife Pedro de Gamboa, que diseñó el mapa original de Santiago de la Nueva Extremadura, allá en 1541, se ha trabajado en base a la planificación. Hoy ya no sólo se piensan y se definen diseños urbanísticos de ciudades, se planifican conurbaciones, regiones y hasta el país. Esa es la apuesta que viene haciendo el MOP desde sus planes maestros, que en los años '90 y 2000 vino a responder a la demanda de proyección en infraestructura, identificando brechas y necesidades de grandes obras para resolver los múltiples requerimientos que surgen desde los territorios.
En el gobierno del Presidente Gabriel Boric quisimos ir más allá, y nos pusimos una meta ambiciosa: nos preguntamos si en vez de ver al país de los próximos 10 años, nos planteáramos el Chile en 30 años más. Con la inmediatez que vive la sociedad, donde todo es en el minuto, con la tecnología literalmente en la palma de la mano y cada vez más accesible, a lo que se suma la inteligencia artificial, que generó un salto modernizador cuyas consecuencias aún son muy impredecibles, nadie entendería que nos fijáramos un horizonte de planificación tan cercano en el tiempo.
Así, tras dos años de intenso trabajo, la Dirección de Planeamiento, la misma que hace más de 50 años trazó lo que sería el metro más moderno de Sudamérica, terminó un producto que hemos denominado Plan Nacional de Infraestructura Pública 2025-2055, que fue presentado por el MOP a inicios de septiembre y cuya ceremonia la encabezó el propio Mandatario, lo que da cuenta de la relevancia que tiene este instrumento como un eje orientador de las inversiones que debe realizar el Estado en las próximas tres décadas.
Este plan, que lo bautizamos también como PNIP2055, tiene varias particularidades, pero hay algunas que quisiera destacar: define cuatro ejes estructurantes (Conectividad, Habitabilidad, Seguridad Hídrica y Seguridad Energética), bajo los cuales se organizan más de 20 mil proyectos con una inversión estimada de 366 billones de pesos, pero su segunda característica es que, además de los equipos técnicos y profesionales, se articuló su discusión para definir esa cartera de proyectos en las regiones y con un consejo asesor externo, integrado por exministros y dirigentes de la industria, dándole la transversalidad necesaria para que sea un mecanismo de trabajo que perdure en el tiempo y no se guarde en un cajón en futuros gobiernos.
Con una propuesta robusta, que, sin duda, al igual que los mapas originales del tren subterráneo, se irá modificando y adecuando a la realidad de Chile, el PNIP2055 se ha convertido en esta suerte de Metro que hoy escribe el futuro del país, sin saber qué nos depara el destino, pero que sin duda sienta bases sólidas desde donde construir un territorio nacional más integrado, moderno y con progreso para todos, que es lo que esperan y nos demandan los chilenos y chilenas.
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