La confianza no se mide solo en índices; se siente en la vida cotidiana. Y cuando se quiebra, no basta con un comunicado ni con una campaña para restaurarla. Lo que ha ocurrido recientemente con las empresas eléctricas en Chile -el error de cálculo que derivó en cobros excesivos por meses a miles de hogares- vuelve a recordarnos cuán delgado es el hilo que une a las marcas con la opinión pública.
Según la última medición del ICREO Opinión Pública 2025 de Almabrands, la categoría de Servicios Básicos cayó de 4,5 a 4,0 en el índice de confianza, aun cuando el terreno del estudio no haya incluido los recientes acontecimientos. Es una baja significativa respecto a 2024, que la instala como una de las categorías peor evaluadas, percibida hoy más como perjudicial para la población que como un actor relevante en su bienestar. Un golpe especialmente duro para un sector cuya función -garantizar acceso, continuidad y calidad de servicios esenciales- lo vuelve fundamental para la vida cotidiana y el desarrollo del país.
Otros casos similares del pasado en nuestro país, como la colusión del papel, los pollos o las farmacias, nos enseñaron una lección que parece olvidarse con frecuencia: no hay reputación capaz de sostenerse sobre una percepción de abuso; más aún, si el abuso no tiene posteriormente, consecuencias y rectificaciones claras y visibles. Al igual que entonces, el primer paso no es técnico, sino ético.
Desde nuestra experiencia en Almabrands, este tipo de situaciones exige no sólo reconocer, sino sobre todo, reparar:
La caída de la confianza en los Servicios Básicos no es un dato más del ICREO: es un síntoma. Habla de una ciudadanía que ya no tolera los errores estructurales ni la falta de empatía corporativa, y que exige coherencia entre propósito y práctica para volver a confiar.
La buena noticia es que las marcas que actúan con consistencia y propósito -las que no huyen de la crisis, sino que la enfrentan con humildad y acción en su experiencia cotidiana con los usuarios- logran reconstruir su legitimidad con el tiempo. El desafío, entonces, no es solo recuperar confianza, sino redefinir el vínculo entre empresa y sociedad, entendiendo que la confianza no es un fin en sí mismo, sino la base sobre la cual se construye el progreso compartido.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado