El pasado 6 de octubre se cumplieron los 160 años de instalación del primer establecimiento de educación parvularia público, a través del decreto aparecido en el diario El Araucano, en 1864, respecto del entonces Departamento de Santiago. Ubicada en el barrio de La Maestranza (hoy avenida Portugal), inició la atención de niños y niñas entre los 3 y 8 años, bajo la dirección de una religiosa francesa muy especial -la hermana Luisa- de la orden de las Hijas de la Caridad, y con dos maestras ayudantes de la Escuela Normal de Preceptoras, Carmen Torres y Emilia Lavín.
Se trabajó con un enfoque educativo francés, derivado de la obra de la más destacada pedagoga de la época en el nivel de educación parvularia: Marie Pape-Carpentier (1815-1878).
El nombre civil de esta religiosa era Melanié Pausse Remeston (1816-1880), y fue premiada por sus servicios con una medalla de oro otorgada por la Municipalidad de Santiago. Esta alianza público-privada que originó esta primera escuela de párvulos no es de extrañar, ya que en esa época de la república estaba unida la religión con el Estado. De hecho, el gran impulsor de esta medida don Manuel Montt, desde su etapa de ministro de Justicia, Culto e Instrucción (1841/42-1844/45), generando diferentes medidas en sus cargos posteriores como diputado y Presidente, resultando finalmente este hecho fundacional educativo en el gobierno de don José Joaquín Pérez (1861-1871).
De esta manera, se inicia tempranamente en Latinoamérica un nivel educativo que en sus 160 años de desarrollo ha tenido muchos cambios, avances y retrocesos; y diversas iniciativas que lo han consolidado en el presente como un ejemplo en muchos aspectos (instituciones, leyes, formación profesional y técnica, normas, etc.), en beneficio de los párvulos y sus familias.
Sin embargo, para los tiempos actuales aún hay tareas importantes que procurar. Por una parte, si bien se ha logrado recuperar la asistencia a los jardines infantiles y escuelas, la política de aumentar la cobertura del sector no alcanza los niveles que teníamos antes de la pandemia (60%); las leyes impulsadas por el Ministerio de Educación como la de Salas Cunas y la de Modernización de la Educación Parvularia siguen su tramitación, pero poco hemos sabido de la tan discutida ley que pretende ampliar el nivel de Sala Cuna ofreciendo más oportunidades para los hijos de madres trabajadoras.
En el plano cualitativo, siempre hay temas en los que avanzar y seguramente quedarán para el próximo gobierno, como actualizar las Bases Curriculares de la Educación Parvularia y ponerlas mas en sintonía con las de Educación Básica que se van a lanzar próximamente, y que recogen los desafíos actuales de la sociedad, como el fortalecer el desarrollo humano y sostenible.
En fin, siempre hay mucho por hacer, por lo cual se requiere más financiamiento, consensos y priorización entre todas las demandas del país. Ya son muchos los discursos sobre lo importante que es esta etapa de la vida. El mejor regalo que, mas bien es un derecho de los párvulos, es que hagamos efectivas esas prioridades declaradas por todos los sectores políticos y societales. Esas serían las buenas noticias que en el marco de estos 160 años de trabajo por la primera infancia, todos esperaríamos conocer.
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