Varios medios de comunicación confirman hoy que las indicaciones al proyecto de desmunicipalización no incorporan los necesarios e imprescindibles cambios al sistema de financiamiento de la educación pública y que, según el ministerio, estos se verán en un futuro proyecto que abordará exclusivamente este tema.
Sobre el particular, cabe hacer notar que el financiamiento de la educación, como está hoy, y que considera al estudiante como centro de costo y además supedita la cantidad de recursos mensuales a la asistencia de los mismos, constituye uno de los principales problemas a resolver para iniciar un proceso de mejora continua de la educación pública ya que representa para los sostenedores, públicos y privados, desafíos y problemas imposibles de resolver en el marco de incertidumbre que el mismo genera.
De hecho este sistema impide abordar las necesidades reales del proceso ya que una sala con 20 alumnos necesita casi la misma infraestructura que una sala con 40 por lo que no parece lógico condenar a los cursos con menos alumnos, a menores recursos para su educación.
Esto hace pensar, primero que el análisis debe abandonar el concepto de centro de costo, el que debe ser reemplazado por una unidad de inversión que debiera ser la sala, ya que su infraestructura y tecnología debiera estar asegurada con un financiamiento basal que no discriminara ni por cantidad de alumnos ni por porcentaje de asistencia.
De la misma manera, los dineros debieran llegar de una sola vez y al principio del año escolar, de manera de poder planificar la inversión en mantención o desarrollo de la infraestructura sin depender de ingresos variables y potenciales que solo generan incertidumbre.
Lo segundo es el financiamiento en base a asistencia impide planificar pues nunca se sabe a ciencia cierta con cuantos recursos se contará para el año académico, lo que termina siempre castigando a los que van a clases, con menos recursos para su educación, por aquellos que no van.
Lo anterior no implica que deba eliminarse todo financiamiento ligado a la asistencia pero este debe ser considerado, más como un premio adicional al proceso, que como su columna vertebral ya que su financiamiento estructural debe estar asegurado de manera basal y sin condiciones.
En síntesis, además de un incremento significativo de la inversión en educación, ésta debiera entender a la sala como unidad de inversión y de considerar la asistencia, como una forma de premiar la gestión de la misma y el trabajo preventivo contra el ausentismo escolar, debe hacerse como un adicional al financiamiento basal, que debiera asignarse en virtud del promedio de asistencia del año anterior y ser entregada a principio de año, para permitir el mejoramiento de la oferta formativa a partir de las necesidades y expectativas de la misma comunidad, que es el destinatario final del proceso de enseñanza y aprendizaje.
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