Durante la última década, los establecimientos educacionales del país, al igual que la sociedad en su conjunto, han enfrentado diferentes desafíos. La incorporación de nuevas tecnologías, mayor diversidad, cambios en la comunicación y en los vínculos sociales, además de un alza sostenida en problemas de salud mental, han impactado en la manera de educar y criar. A ello se suma que, actualmente, una de las principales preocupaciones que alerta a las comunidades escolares es el índice de violencia.
Según cifras de la Superintendencia de Educación, los ataques con armas blancas en colegios se duplicaron desde 2014, cuando se registraron 54 altercados, alcanzando más de 100 episodios solo durante el primer semestre de 2023. En el caso de armas de fuego, la última balacera, en un colegio de San Pedro de La Paz, dejó a tres estudiantes heridos.
En este escenario, la iniciativa de instalar detectores de metales en los establecimientos vuelve al debate, propuesta por parlamentarios de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados. Fundaciones y familias ruegan por agilizar respuestas, mientras los especialistas piden mesura ante la evidencia sobre los aspectos negativos de este tipo de mecanismos en los accesos.
La revista Forbes publicó, en 2024, un reportaje sobre los pros y contras de los detectores de metales en las escuelas, en el marco de la legislación de porte de armas en Estados Unidos. Entre los aspectos positivos, se destacaba la detección de varios tipos de armas y el desincentivo a ingresar con ellas a los colegios. En cuanto a lo negativo, se hacía referencia a la sensación de cárcel que se instalaba en las escuelas, el retraso a la hora de entrada, la incapacidad de detectar armas no metálicas, el costo en personal de seguridad y los posibles errores humanos.
Lo más alarmante es que, según la evidencia, tras 15 años de implementación de esta tecnología en escuelas de Estados Unidos, la violencia no ha disminuido. Y no solo eso: las encuestas a estudiantes revelan que contar con estos aparatos les hace sentir aún más inseguros.
Sin duda, las comunidades escolares requieren de medidas urgentes y concretas para brindar mayor seguridad dentro y fuera de las aulas. Lo cierto, sin embargo, es que la gran mayoría de las propuestas, como la instalación de detectores de metales, se enfocan en una solución práctica, específica y cortoplacista, que no aborda el contexto multidimensional del problema: una sociedad cada vez más cambiante, padres agotados por las exigencias del día a día, educadores sobredemandados, un escenario global inestable y, por supuesto, jóvenes con pocas herramientas para resolver conflictos y baja capacidad de autorregulación.
Si bien es necesario y está muy bien tomar medidas urgentes, también es importante mirar más allá e incluir un enfoque preventivo, que ayude a evitar que el problema siga acrecentándose en el futuro. Y esto debiese contemplar el poder preparar, apoyar y acompañar a quienes están guiando el desarrollo de niños, niñas y adolescentes: principalmente, sus padres y educadores.
Después de años de implementación de programas basados en evidencia, se ha demostrado que una manera eficiente y costo-efectiva de prevenir problemas sociales, emocionales y de conducta en la adolescencia es precisamente incrementar los conocimientos, las aptitudes y la confianza de los padres, madres y cuidadores, habilitándolos con estrategias probadas para acompañar a los estudiantes en las distintas etapas de su desarrollo, potenciando su autorregulación. Asimismo, las comunidades escolares pueden implementar programas que entreguen apoyo y guía a las familias con los desafíos que enfrentan diariamente.
Impulsar políticas públicas que pongan a disposición de las familias el apoyo necesario para una mejor relación entre padres e hijos, además de acompañar a profesores y toda la comunidad educativa en el fortalecimiento de los vínculos dentro de los establecimientos, incluyendo el trabajo unificado entre la familia y la escuela, probablemente no resolverá el problema de la violencia hoy, pero sin duda incrementará el bienestar de toda la sociedad, mañana.
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