A dos semanas de la elección presidencial y en pleno trabajo de elaboración de la nueva Constitución, es preocupante lo ausentes que están los temas de Educación en el debate público.
Llevamos casi dos años viviendo una de las peores crisis a nivel mundial, donde el sistema educativo ha sido uno de los principales afectados. Por solo nombrar algunos de los efectos que ha provocado la pandemia, destaca el peor ausentismo crónico en el nivel preescolar, con el mayor número de abandono en la educación parvularia en una década, pasando de 4.960 niños en 2012 a 8.647 que lo hicieron en 2021; y con un total de 40 mil niños, niñas y jóvenes de todos los niveles que no se matricularon en ningún establecimiento este año académico.
Sumado al abandono, el aumento de las brechas de aprendizaje, donde los resultados de la prueba de diagnóstico DIA -de la Agencia de Calidad de la Educación- muestran que entre sexto básico y cuarto medio, los estudiantes no alcanzaron el 60% de los contenidos necesarios en lenguaje y no superaron el 47% en matemática del currículo priorizado; incluso los porcentajes bajan aún más si nos enfocamos por nivel socioeconómico, donde en segundo medio, estudiantes de sectores vulnerables aprendieron solo 24% de la materia que debían adquirir en matemática.
En temas relacionados con la carrera docente, nos enfrentamos a un escenario donde el Congreso avanzó en la modificación de la ley que aprueba el estatuto de los profesionales de la educación en diversas materias de orden laboral, la que entre sus puntos frena el despido de profesores que han sido mal evaluados, poniendo en riesgo todos los esfuerzos que se han realizado por mejorar el desarrollo de nuestra profesión.
Todo esto, sin contar que, según un estudio desarrollado por Elige Educar, para el año 2025 se proyecta un déficit de más 26 mil profesores, mientras la matrícula a las carreras de Pedagogía presenta una evidente tendencia a la baja.
Salvo excepciones, como el debate organizado por la Universidad de Chile y Radio Cooperativa, que destinó un segmento de la conversación a hablar de Educación, los periodistas no preguntan sobre los temas que señalo y los candidatos prefieren otros tópicos.
Por su parte, la Convención Constitucional definió hace unos días sus mesas de trabajo y no hay una mesa de Educación.
No seremos un país mejor si no asumimos, de una vez por todas, un compromiso real y en serio, con la educación, con la calidad de los profesores, las escuelas y los jardines infantiles. Este silencio no augura nada bueno.
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