En los últimos años, Chile ha enfrentado una preocupante disminución en las matrículas en carreras de Pedagogía, una tendencia que de mantenerse amenazaría el futuro de nuestro sistema educativo. Aunque iniciativas como la ley 20.903 y programas de formación de profesores han buscado revertir este fenómeno, la cantidad de jóvenes que optan por la docencia sigue siendo baja. En este contexto, una pieza clave es el rol de los colegios en la orientación vocacional de los estudiantes.
Los colegios no solo son centros de instrucción académica, sino que también juegan un papel fundamental en la formación de valores y en la promoción de identidades profesionales. A través de sus experiencias escolares, los estudiantes son expuestos a modelos de conducta y liderazgo que impactan profundamente en sus aspiraciones futuras. Aquí es donde los colegios pueden marcar una gran diferencia al fomentar el interés por la docencia, no solo como una opción profesional, sino también como una vocación con impacto social.
Un análisis realizado por la Facultad de Educación UDD muestra que los egresados de colegios de alto desempeño, según la Agencia de Calidad de la Educación, presentan el mayor porcentaje de ingreso a carreras de Pedagogía, lo que refleja la importancia de un entorno educativo de excelencia en la decisión vocacional de los jóvenes. Estos colegios no solo ofrecerían mejores recursos pedagógicos, sino que también lograrían transmitir una visión positiva de la educación.
Asimismo, es importante mencionar que los docentes actúan como figuras modeladoras. Son ellos quienes, a través de su ejemplo, transmiten no solo contenidos académicos, sino también valores, habilidades sociales y una visión del aprendizaje como un proceso transformador. Cuando los estudiantes perciben a sus profesores como agentes de cambio social, su interés por seguir una carrera en pedagogía podría aumentar significativamente.
Por tanto, es urgente que los colegios revisen y amplíen su rol en la promoción de la vocación docente. Este problema, de no abordarse de manera efectiva, exacerbará las desigualdades en el acceso a una educación de calidad, afectando especialmente a las comunidades más vulnerables. Al promover el interés por las pedagogías desde una edad temprana, los colegios no solo estarían contribuyendo al futuro de la educación en Chile, sino también a la formación de ciudadanos comprometidos con la construcción de un sistema educativo de mayor calidad y equidad.
La educación es un pilar fundamental para el progreso, y los colegios junto con las instituciones públicas y las universidades pueden influir en cómo los jóvenes perciben la profesión docente.
Por último, es necesario que el sistema escolar chileno no solo forme estudiantes con excelentes habilidades académicas, sino también con una visión clara de la importancia de la docencia como una carrera que transforma vidas y comunidades. Los colegios, junto con el apoyo de políticas públicas adecuadas, tienen la capacidad de revertir la crisis en las matrículas de pedagogía y, al hacerlo, asegurar un futuro donde la educación continúe siendo una herramienta importante para la movilidad y el desarrollo social.
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