En un día como hoy, diecisiete de junio, hace cincuenta años, comenzó en Valparaíso la Reforma Universitaria. En el movimiento universitario que se inició con el Acuerdo del Consejo Superior que declaró en reorganización la Universidad Católica de Valparaíso, deponiendo de hecho al rector designado por el Obispo, confluyeron la Federación de Estudiantes, bajo el liderazgo de Luciano Rodrigo, su presidente, Sergio Allard y Eduardo Vío, que encabezaron la toma pacífica de la casa central. Académicos democratacristianos progresistas, liderados por Fernando Molina Vallejo, del nuevo Instituto de Ciencias Sociales y Desarrollo; el movimiento libertario de la Escuela de Arquitectura, en que sobresalían entre otros Godofredo Giommi y Alberto Cruz; académicos de derecha o liberales como Oscar Godoy Arcaya y Ernesto Rodríguez.
Si se la considera con los parámetros de la política partidista, esta inédita confluencia - izquierda, democracia cristiana progresista, derecha liberal - tiene su explicación en la poderosa fuerza institucional y académica de los objetivos del movimiento de junio de 1967: la democratización, que incluía la elección de todas las autoridades universitarias, comenzando por el rector, y la participación estudiantil.
Una reforma académica basada en la centralidad de la célula profesor-alumno, que otorgase un lugar preeminente a la ciencia, dejando atrás la universidad meramente profesionalizante; una catolicidad entendida como universalidad y apertura a todas las ideas y compromiso con una sociedad en pleno proceso de cambios. Desde luego, esa confluencia de voluntades también se vio fortalecida por los conciliares vientos de cambio en la Iglesia, en particular el documento de Buga “La Misión de la Universidad Católica en América Latina”, reforzado por las tesis del académico Luis Scherz.
Este primer movimiento de Reforma Universitaria de Chile, iniciado en Valparaíso, al que siguieron muy pronto las demás casas de estudio porteñas, en agosto la Universidad Católica de Santiago y luego todos los planteles de educación superior, fue exitoso en dos sentidos.
En primer lugar, porque logró sus objetivos inmediatos y, mediando la intervención del Cardenal Silva Henríquez, obtuvo que la Iglesia le otorgase legitimidad, de modo que transcurrido poco más de un año la Universidad contaba con el primer rector elegido por la comunidad, el joven Raúl Allard Neumann, de solo 29 años de edad y en segundo lugar, porque los objetivos estratégicos del movimiento de junio se fueron plasmando en sucesivas reformas institucionales y académicas que solo fueron interrumpidas por el Golpe de Estado de 1973.
Justo es, hoy día, reconocer en esa valiente generación de estudiantes y académicos de Valparaíso, los precursores de un movimiento nacional de Reforma Universitaria cuyas características y resultados fueron variados, según la universidad de que se tratara, y que bien merece, luego de transcurrido medio siglo, un balance histórico equilibrado.
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