A fines de marzo, el Presidente de la Republica envió al Parlamento el proyecto de ley que modifica el artículo 27bis de la ley 20.129 (norma que establece un sistema nacional de aseguramiento de la calidad de la Educación Superior). Dicha disposición tiene que ver con los requisitos que deben cumplir los estudiantes para entrar a las carreras de pedagogía. Si este artículo entra en vigencia, seguramente va a afectar negativamente la matrícula de las carreras de pedagogía, ya que establece que los matriculados deben tener un rendimiento destacado, ya sea dentro de su escuela o colegio o en el puntaje obtenido en la PAES. La posibilidad de este escenario futuro ha dado pie a una interesante discusión sobre cuáles son las exigencias que deben tener los programas que formarán a los futuros profesores y profesoras y cuál es el perfil que se busca de ellos una vez egresados.
Resumiendo, el artículo actual dice que los estudiantes de pedagogía deberían cumplir alguno de los siguientes requisitos: 1) obtener un rendimiento que los ubique en el percentil 60 o superior de la PAES, 2) tener un promedio de notas de la educación media dentro del 20% superior de su establecimiento educacional o 3) tener un promedio de notas de la educación media dentro del 40% superior de su establecimiento educacional y haber obtenido un rendimiento que lo ubique en el percentil 50 o superior de la PAES. Por otra parte, el nuevo artículo que se quiere aprobar, en reemplazo del anterior dice, en resumen, que: "la universidad admita y matricule en dichas carreras y programas a estudiantes que cumplan con las exigencias establecidas por el Comité Técnico de Acceso del Subsistema Universitario para la cohorte respectiva".
¿Y por qué se pensó en el 2006 (año en que se promulga la ley) que sería una buena idea pedir mejores puntajes y notas más altas para las carreras de pedagogía? Muy probablemente porque, dado que existía la beca Vocación de Profesor, esto serviría para matricular a un grupo más calificado de estudiantes el cual sería premiado por dicha beca. Lo que también subyace a esa medida es que todas las capacidades o conocimientos necesarios para ser un buen profesor o profesora se pueden resumir en una calificación de una prueba estandarizada o de las notas del colegio.
Pero, ¿qué dice la investigación en formación docente sobre este tema? De acuerdo con la literatura académica sobre formación de profesores en el mundo, un buen docente debe tener ciertos conocimientos, habilidades y disposiciones que lo hagan idóneo para este trabajo maravilloso y demandante a la vez. Para comenzar, un buen profesor o profesora debe tener sólidos conocimientos sobre el contenido que debe enseñar. Existe abundante evidencia que el manejar el contenido aumenta la confianza y la autoeficacia del profesor o profesora. Pero esto no basta para ser buen educador. También se deben manejar los conocimientos sobre cómo se tienen enseñar esos contenidos, conocimientos que son diferentes, por ejemplo, si se tiene que enseñar matemáticas o lenguaje, e incluso difieren si se tiene que enseñar química o biología.
Por otra parte, también se necesita tener conocimiento sobre la forma en que aprenden los estudiantes, cómo manejar el clima de aula, y de que manera atender la diversidad de los estudiantes. Pero, además, la investigación en formación inicial ha mostrado que ciertas habilidades, como la capacidad de investigar y de reflexionar sobre su práctica de aula, son de suma importancia, por lo tanto, se deben desarrollar durante la etapa de formación. Finalmente, también se han descrito algunas disposiciones que son propias de aquel profesional que enseña; como la empatía hacia sus estudiantes, el compromiso con la equidad y las aptitudes socioemocionales. Todas estas características se deberían desarrollar a lo largo de un programa de formación, pero queda claro que asumir que un buen diagnóstico sea solo un puntaje o un desempeño académico parece, a lo menos, insuficiente.
Y, por otra parte, ¿qué características tienen los programas de formación de profesores que han dado evidencias de ser exitosos?
Según la investigación en formación de profesores existen seis características que deben tener los programas para ser efectivos: 1) debe ser coherente y alineado con los conocimientos, habilidades y disposiciones anteriormente señaladas; 2) debe presentar un plan de estudios, ya sea concurrente o consecutivo, que sea capaz de incluir espacios de formación para desarrollar los conocimientos, habilidades y disposiciones antes señaladas, lo que implica también un equilibrio entre la formación teórica y práctica y entre los distintos conocimientos antes mencionados; 3) debe incluir métodos de enseñanza eficaces los que incluyen, por ejemplo, el análisis de videos de clases, el estudio caso y prácticas simuladas en la universidad; 4) debe considerar experiencias clínicas o prácticas significativas, es decir permanencias donde se logre realmente conocer la cultura escolar y se pueda generar un compromiso de los futuros profesores con el aprendizaje y formación de sus estudiantes; 5) debe incluir un proceso de selección y apoyo a los estudiantes de pedagogía; y, finalmente, 6) debe incluir un proceso de selección y apoyo a los académicos que forman a los futuros docentes. Nuevamente, si analizamos estas características, solo una de ellas tiene que ver con la selección (pero también apoyo) de los postulantes a la profesión docente.
En síntesis, si bien el proyecto de ley soluciona un posible escenario que sería muy complejo para los programas de pedagogía, es importante que en estos momentos también podamos discutir no solo una de las características de los programas de formación que son exitosos (una selección basada en desempeño, pero tambien en vocación), sino que podamos ocuparnos de generar proyectos de ley que propongan normativas y dispongan de recursos para poder propiciar el resto de las características de los programas de formación exitosos.
Recursos para, por ejemplo: dar becas de manutención a estudiantes de regiones extremas que entran a las carreras de pedagogía; dar becas exclusivas para la formación de postgrado (magister y doctorado) de los profesores y profesoras; contratar profesores de escuela en las universidades donde habitualmente trabajan en la formación inicial como "profesores hora"; pagar a los profesores de escuela que reciben estudiantes en prácticas finales. En el fondo nuevos recursos que dignifiquen la formación, no solo inicial, sino también continua. Porque entendemos que son caras de una misma moneda.
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