Sobre la idea de importar docentes

En una reciente entrevista, el ex ministro de Piñera Ignacio Briones planteó la posibilidad de abrir un concurso internacional para atraer a "los mejores profesores". A pesar de que el economista se suma a la mirada displicente hacia el profesorado, apunta a un problema crítico que es la falta de docentes proyectada a un futuro próximo.

La escasez de docentes para el 2025 se calcula entre 26.000 y 32.000. Este cálculo se hace sin atender a un cambio en el sistema educativo (disminución de estudiantes por sala de clases, aumento de horas no lectivas en los contratos docentes, etc.). En el fondo, el ex titular de Hacienda apunta a un problema concreto, profundo y vital para la educación chilena. Sin embargo, la solución propuesta es la que se hace eco de la crítica. Más allá de analizar el componente ideológico que se encuentra tras su mirada, aquí planteo de forma breve algunas de las razones por la que es considerada una mala idea.

Antes, creo que es importante señalar que el problema de la falta de docentes es una dificultad a nivel mundial. Aunque los países considerados como ejemplos en el área educativa son los que tienen menos problemas en este sentido, porque las condiciones que rodean al ejercicio de la docencia son una de las mejores a nivel mundial. Por tanto, atraer a esos docentes extranjeros/as significaría brindar mejores condiciones que las que tienen en sus países.

También, como ocurre con la oferta y demanda (desde una mirada económica), habría poca oferta para una alta demanda. Ambos elementos implicarían un mayor costo, con lo cual sería una mala inversión. Todo esto, tratando a los docentes como bienes de consumo (como lo hace el ex ministro). O sea, mala idea en su propia concepción de mundo. Ahora, veámoslo desde el educativo, que debe ser el ámbito relevante.

En primer lugar, las condiciones laborales de los y las docentes. A diferencia de otros países, los docentes chilenos/as están más horas en clases presenciales. Sin embargo, no son los mejores pagados. Recién hace unos años se logró igualar las condiciones a lo que eran en los años 70. Recordemos que en el año 80, cuando el actual ministro del Trabajo rendía honores a la dictadura, el sueldo mínimo docente era igual al sueldo mínimo general. En los países en donde existe una mayor demanda por estudiar pedagogía los sueldos están dentro de los mejores. En algunos casos, como Singapur, los estudiantes de pedagogía reciben sueldo. Así, entonces, el incentivo laboral se plantea como una opción real. ¿Se imaginan que en nuestro país el profesorado tuviese como incentivo el sueldo y pensión como los oficiales de las Fuerzas Armadas? Aseguro que no faltarían docentes.

En segundo lugar, es necesario abordar las condiciones en las que se realiza la docencia. De hecho, la pandemia ha sacado a la luz pública algo que muchas personas desconocen y es el trabajo docente que hay fuera del aula. La preparación de material, construcción de evaluaciones, planificación, son actividades que muchas veces se hacen invisibles. Esas actividades no lectivas (o sea fuera del aula) hoy se han multiplicado producto de la necesidad de hacer una atención personalizada producto de las dificultades de conectividad. Las condiciones en las que se realiza la docencia en la actualidad no son un factor que permita atraer a más estudiantes. Al contrario, hoy las condiciones son más difíciles, por lo mismo, es comprensible una percepción más crítica al optar por la carrera docente.

En tercer lugar, tenemos una falta de valoración de las facultades de Educación. La propuesta del ex-ministro desconoce el trabajo que realizan las universidades por mejorar los procesos formativos. Sí, yo soy crítico (y autocrítico) de lo que hacemos en nuestros centros de formación docente. Sabemos que es necesario reformar los procesos de enseñanza aprendizaje, también es clara la falta de apoyo a las facultades. Y, cuando existen esos apoyos, son condicionados a las directrices del ministerio de turno y a las entidades financieras internacionales. Hoy en día las facultades de Educación carecen de autonomía para mejorar sus procesos y transformar de manera radical sus procesos de enseñanza aprendizaje.

Desde mi perspectiva, todos estos elementos generan un rotundo NO a la pregunta realizada por el ex ministro de Piñera Ignacio Briones, hoy precandidato de la derecha. Comprendo que su perspectiva viene desde la lógica comercial. Sin embargo aquello no me alcanza para considerar la importación de docentes como una alternativa a la de construir un sistema que valore al profesorado en su justa medida. Un sistema que deje de agobiar docentes y acompañado de facultades de educación fuertes.

A quienes pretenden ser candidatos o candidatas a la presidencia deberíamos solicitarles una mirada a largo plazo para tratar problemas de esta magnitud. En esta línea, creo que las propuestas deberían pasan por al menos los siguientes elementos: fortalecimiento de las facultades de Educación, mejoramiento de las condiciones laborales de los y las profesionales del sistema educativo, comprender el rol profesional del profesorado (separándolo del rol técnico), dejar el maltrato culpándolos de los fracasos de un sistema, detener el agobio burocrático, construir instancias de diálogo permanente con las comunidades educativas, entre otras.

Como vemos, son varias las acciones a tomar con la perspectiva de construir un sistema educativo sólido. El profesorado de este país sigue sosteniendo la educación en un periodo crítico. Nos gustaría ver que la política se tiñera de un apoyo a ese profesorado y no propuestas que sigan señalándolos con culpables de las deficiencias estructurales del sistema educativo.

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