Dos adolescentes vivieron la peor pesadilla de sus vidas, cuando una mañana al despertar vieron que una foto -que se habían tomado en una fiesta el día antes- circulaba como un sticker por todos los grupos de Whatsapp de su generación. Un simple gesto fue motivo de burlas, groserías y malos tratos durante varias semanas. Al principio eran risas, luego pasaron a ser crisis de ansiedad, dolores de estómago y luego, ganas de desaparecer.
WhatsApp permite a sus usuarios usar "stickers" como parte de la conversación. Estas pequeñas imágenes pueden ser creadas a partir de fotografías propias o dibujos y suelen utilizarse a diario para responder con un tono de humor, pero esto no siempre provoca risas.
Niños y adolescentes suelen usar los "stickers" para comunicarse y, en ocasiones, su uso es hiriente, ofensivo y humillante. En general, no se observa mayor conciencia del daño emocional que genera en quienes aparecen en el sticker y en quienes lo reciben, dado que es una práctica ya generalizada que ha tendido a normalizar el maltrato entre pares. Sin embargo, no deja a nadie indiferente.
No pocas veces vemos stickers con contenido sexual explícito o violento, lo que va naturalizando estas acciones en la infancia.
El bullying se define como el "acoso entre pares, intencionado, reiterado, donde hay asimetrías de poder". Este tipo de conductas se puede dar a diferentes edades, pero se acrecienta a partir de los 11 años, principalmente en menores que tienen acceso a teléfonos de uso personal con internet.
Cuando un menor es víctima de acoso escolar porque sus compañeros han diseñado un sticker con su imagen, los agresores sienten el apoyo de los demás cuando se ríen o difunden la imagen en otros grupos. La víctima queda disminuida emocionalmente, sin posibilidad de defenderse. Los testigos ven la agresión, pero en muchos casos son poco conscientes del daño causado. Hay impunidad, y la conducta se normaliza con facilidad. Se acostumbra a "ridiculizar" al otro bajo la etiqueta de "broma".
Durante la infancia y adolescencia, las redes sociales funcionan como mecanismo de aprobación y sentido de pertenencia. Sin embargo, los vínculos entre pares se dañan profundamente cuando se dan situaciones de acoso como las descritas.
El mundo adulto también ha normalizado la violencia digital. Los padres y madres se involucran poco en lo que hacen los menores y suelen reaccionar activamente sólo cuando sus hijos son el centro de atención.
Cuando se es víctima de acoso, generalmente se vive en soledad. Mediante estos comportamientos, se cruza el límite de la ética. Por esto, es necesario explicar a los niños y adolescentes cómo se deben y no se deben usar las redes sociales. Es importante hacerles entender que si alguien no se ríe porque se siente ofendido, no es divertido.
Consumir este tipo de imágenes y videos contribuye a naturalizar la violencia, daña el vínculo entre las personas de una misma comunidad, y nos hace vivir en modo de alerta.
El rol de los padres
Por eso, hay consejos para abordar el ciberacoso y el mal uso de las redes sociales en niños y adolescentes. Siempre es recomendable conversar sobre estos temas y sus riesgos con los hijos, pero también es necesario saber poner límites al uso de pantallas. Las redes sociales son responsables de varios problemas de salud mental y ansiedad en la juventud actual, por lo que es importante retrasar su acceso hasta, al menos, los 13 años o hasta que demuestren que pueden hacer un buen uso de ellas.
También es necesario conversar con ellos sobre casos reales, contándoles alguna historia donde se evidencie una situación de acoso y malos tratos por usar stickers y pedirles su opinión sobre lo sucedido. Luego, ayúdarlos a fortalecer su empatía y pregúntales cómo se sentirían si fuesen vulnerados de esa manera.
Para terminar la conversación, comprometerlos con una solución. Preguntarles cómo pueden contribuir para que NUNCA más en sus redes alguien salga ofendido o afectado por el uso de stickers o malos tratos.
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