Este 27 de enero se cumplieron 77 años desde la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, el más grande y mortal de la Shoá (Holocausto), y es muy doloroso constatar que habiendo transcurrido tan poco tiempo desde su término, el antisemitismo se encuentra cada vez más activo y arraigado en la sociedad.
No deja de ser llamativo que, según una encuesta de la ONG norteamericana Liga Antidifamación, casi la mitad (46%) de la población mundial no ha oído sobre el Holocausto, una catástrofe humanitaria de tal magnitud histórica a la que nadie debiese ser indiferente. Lo anterior facilita que dichos horrores sean negados, aprovechándose de que existe gran desconocimiento o ignorancia al respecto.
Sin embargo, no todo es negativo, existen iniciativas a nivel internacional que deben destacarse, como lo es la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional por el Recuerdo del Holocausto (IHRA, por su sigla en inglés), organismo fundado en Suecia por su ex ministro Goran Persson en 1998 y que tiene como objetivo unir a gobiernos y expertos para reforzar y avanzar en la promoción de la educación del Holocausto y su recordación.
Esta definición establece que el antisemitismo es "una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto". Por lo tanto, bajo esta definición, tanto la distorsión como la negación del Holocausto son considerados antisemitismo, y su tolerancia es también en sí misma una forma de discriminación de este tipo.
Sólo mediante la educación consciente de los horrores del Holocausto se puede impedir su negación y luchar contra el antisemitismo, tarea que nos corresponde a todos los habitantes de este planeta, independientemente de la religión o etnia a la que pertenezcamos, así como la comunidad internacional, los gobiernos nacionales, regionales y locales y las organizaciones de la sociedad civil.
Las redes sociales tampoco han colaborado en la lucha contra la discriminación, de ningún tipo, y muchísimo menos contra el antisemitismo y la negación del Holocausto, transformando un espacio que debiera ser de intercambio de ideas en uno tóxico y con ataques de odio permanentes.
Es en este contexto que Israel y Alemania, unidos en el compromiso del combate del antisemitismo y la recordación del Holocausto, presentaron en la Asamblea General de Naciones Unidas una resolución llamando a los Estados y a las agencias de la ONU a desarrollar programas educacionales de lucha contra el antisemitismo, y también a las empresas tecnológicas, especialmente de redes sociales a generar protocolos de denuncia que sean efectivos, y no letra muerta como en la actualidad.
Dicha resolución fue aprobada por consenso, con un solo voto en contra, el de Irán, país que junto a sus aliados se han caracterizado por promover agendas propias, como lo es la destrucción de Israel y del pueblo judío.
A 77 años de la liberación de Auschwitz no debiéramos tener que escribir y alertar sobre los peligros del antisemitismo, que es solo la punta del iceberg de otros fenómenos de odio, contra comunidades LGTBIQ+, contra inmigrantes y de todo tipo, sin embargo, es momento de alzar la voz, y que tanto los gobiernos como las organizaciones de la sociedad civil en conjunto con la ciudadanía levanten la voz y digan: no más antisemitismo. Llego él momento, ya que a medida que la última generación de los sobrevivientes del Holocausto comienza a fallecer, se convierte en una obligación moral el recuerdo y respeto a sus historias de sufrimiento, y en un impulso necesario para que todos hagamos de este un mundo sin antisemitismo y negación del Holocausto.
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