Libertad para investigar en Nicaragua

Iván Suazo

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Con preocupación vemos desde Chile la reforma nicaragüense que elimina la autonomía universitaria y cancela la personalidad jurídica de la Academia de Ciencias de Nicaragua, acciones incompatibles con las normas internacionales de derechos humanos y que obstruyen el libre ejercicio y difusión de la ciencia: la investigación necesita de la libertad para construir y deconstruir, sin pensamientos condicionados, nuevos saberes.

Los orígenes de la libertad de investigación científica, al igual que otros derechos, se remonta al Renacimiento, momento en el que aparecen las primeras reivindicaciones como la libertad filosófica y científica, locuciones que aluden a la exigencia de liberar el conocimiento científico del mundo y del hombre. Tuvo su primera consagración, a nivel constitucional, en la Constitución de Frankfurt de 1849, un texto que nunca entró en vigor. De ahí, la fórmula utilizada en su reconocimiento pasó a la Constitución de Prusia, de 1850, y a la Constitución de Weimar, de 1919, y a muchos textos constitucionales, con una fórmula similar.

La libertad de investigación tiene también una identificación terminológica y conceptual con la de cátedra, también puesta a prueba en Nicaragua.

La enseñanza superior es un ejercicio que debe realizarse en un clima de pleno albedrío, que se proscribe hoy, por razones que escapan a las competencias académicas. Estamos frente al atropello a las libertades de pensamiento, cátedra y expresión. Libertades universales que corresponde a cualquier ser humano por el hecho de serlo y la sociedad toda, que debe acceder y gozar de los beneficios del progreso científico y tecnológico. Es muy grave lo que está pasando en Nicaragua y el mundo está en silencio.