Desde hace días, hemos observado que la escalada de tensión entre Irán e Israel fue avanzado continuamente, hasta el enfrentamiento directo a través del lanzamiento de misiles por ambas partes, la participación directa de EE.UU. con la intervención de los B-2 sobre las instalaciones iranies y el posterior "alto al fuego" (que no detuvo completamente los misiles a pesar de sus anuncios hasta horas después). Llama profundamente la atención que el problema se acotó solo a Irán e Israel, mientras que los otros países de Medio Oriente no se involucraron e incluso reclamaron ante el ataque iraní a la base estadounidense en Qatar. ¿Qué hay más allá de este conflicto?
En primer lugar, Medio Oriente es conocido por todos como una de las regiones productoras de petróleo más grandes del mundo. Sin embargo, ante un conflicto de estas características, cada uno de los Estados optó por tomar distancia de las acciones que ocurrían, debido a los intereses involucrados. Cabe señalar que, en el Golfo Pérsico, existen varias bases estadounidenses, ubicadas estratégicamente y aunque cada país sea mayoritariamente musulmán, decidieron pensar geopolíticamente para no involucrarse con Irán, debido a las diferencias políticas (tipos de gobierno), religiosas (interpretación del Islam) y económicas que priman en la relación de los estados.
Cada país del golfo es un productor de petróleo, y cualquier interrupción del tráfico en el Estrecho de Ormuz los afecta directamente, con todos los negocios involucrados con las grandes potencias compradoras, como China y Estados Unidos. Pero existe otro problema soterrado: el agua.
Irán es un país con un serio problema hídrico. Con 81 millones de habitantes, la presión demográfica por el agua ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, ya que la falta de precipitaciones y la creación de obras (represas) para mantener el consumo de agua de la población y sus actividades económicas exacerbaron el estrés hídrico. Por otra parte, si consideramos el programa nuclear que generó este conflicto, también se necesitan enormes cantidades de agua para mantener las instalaciones de este tipo.
Sin duda, existen varios recursos hídricos, tanto superficiales (ríos) como subterráneos (acuíferos), que Irán comparte con otros países de la región, como Afganistán (río Helmand), Afganistán y Turkmenistán (río Harirud) e incluso Irak (donde el río Diyala cruza la frontera y es afluente del Tigris). Cada Estado busca consolidar sus zonas de influencia no solo por su poder político o su visión del Islam, sino que también de los recursos claves que buscan obtener para asegurar su futuro.
Por ello, cada Estado se está moviendo con cautela con respecto del otro, ya que hay demasiados intereses involucrados. No solo existe petróleo en Medio Oriente, sino una profunda disputa por el agua que, a la larga, es el único elemento capaz de sostener las vidas humanas, las actividades económicas e incluso, el desarrollo nuclear.
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