Tras el rechazo, en la Cámara de Diputados, del informe de la Comisión Investigadora Sename II, “documento que [según informa la prensa] expone las conclusiones de los parlamentarios tras indagar la forma en que las autoridades atendieron las propuestas planteadas por la primera comisión investigadora sobre la materia en 2014”, las acusaciones entre parlamentarios de gobierno y de derecha no se hicieron esperar.
El cuestionamiento principal vino de parte de la derecha, que acusa a la Nueva Mayoría de haber salvado del knock out a la ex ministra de Justicia, Javiera Blanco, acusada en el informe de ser la culpable del empeoramiento de las condiciones al interior del Sename debido a su “negligencia inexcusable” que provocó “agravar la crisis histórica” de la institución.
Evidentemente culpa tiene, lo mismo que los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos, Piñera y los dos de Bachelet. De la dictadura ni hablar, ya que el Sename fue creado en 1979 y entró en funciones en enero de 1980. De los horrores ocurridos allí entre 1980 y 1990 la derecha, como cómplices directos de la dictadura, aún no responde. (En Chile, gracias a la Concertación primero y la Nueva Mayoría después, la derecha no responde por nada, y tiene tanta o más tribuna pública que durante la dictadura).
Al leer u oír las declaraciones de parlamentarios, gobierno y oposición, producen en principio confusión, pues son ambiguas, dan cuenta de cambios de opinión, de presiones indebidas, contradicciones, etc.
Por su parte, los medios de comunicación resumen todo, abierta o solapadamente, en que el informe se rechazó, gracias a los votos de la Nueva Mayoría, para salvar a la ex ministra Blanco. ¿Pero, es eso lo de fondo? ¿Qué hubiese pasado si se aprueba el informe?
Claramente nada de lo que no haya pasado antes en casos similares. La ex ministra no habría ido a la cárcel, no habría perdido sus granjerías económicas y en unos meses más nadie se acordaría del tema. Pero…, sí se habría validado un “informe falso” como expuso el diputado Saffirio, un informe pactado entre la Nueva Mayoría y la derecha para bajar el perfil a lo de fondo y defender oscuros intereses de variado tipo, relacionados con políticos, prebendas económicas y miembros de la iglesia. (Para el caso recomiendo leer el libro Mi infierno en el Sename (ansias de libertad) de Edison Llanos, una víctima directa de los abusos).
Es decir, se habría aprobado un informe blanqueado. Existiría una culpable “castigada” y misión cumplida. Pero, ¿qué pasó? Al parecer, a alguien le salió el tiro por la culata. Algo ocurrió en el camino, provocando la ruptura del malévolo acuerdo. Por lo tanto, los sentidos discursos, emociones, lágrimas, recriminaciones y furias serían sólo una demostración más del cinismo al que nos tienen acostumbrados los políticos chilenos.
Tratemos de desentrañar entonces, sobre la base de las declaraciones y hechos de los propios involucrados, lo que pudo haber sucedido. Todo indica que la derecha, entusiasmada, habría decidido no conformarse con el pato de la boda escogido para la ocasión, dando luces de que iría más allá aprovechando la coyuntura. Es decir, iría tras un objetivo mayor: la Presidenta.
Dado esto, obviamente la Nueva Mayoría reaccionó y rechazó el informe. Por ejemplo, Camila Vallejo en la comisión votó a favor y en la sala se abstuvo. Por su parte, al diputado Ramón Farías no le quedó más que tratar de zafarse del embrollo despotricando contra el rechazo y apareciendo como el máximo defensor de los niños víctimas del Sename. Existen testimonios de que Farías fue uno de los que intentó que el informe fuese lo más blanqueado posible. ¿ Cargo de conciencia? La bolsa de gatos que se formó después todos la conocen.
¿Qué se debió haber hecho? En mi opinión, la comisión debió ocuparse, en un principio, exclusivamente de indagar y denunciar a quiénes cometieron los abusos contra los menores (torturas, violaciones, muertes, etc.) con nombre y apellido, ante los tribunales de justicia.
Dar los nombres de los dueños o administradores de las Ocas (Convenios Organismos Colaboradores del Sename) así como los nombres de las religiosas y sacerdotes mencionados en los testimonios de las víctimas.
Luego, en un segundo informe, haber desarrollado el cuestionamiento a las autoridades políticas, a todas, no sólo a la ex ministra Blanco. Esta manera de hacer las cosas habría sido una señal de transparencia y demostración de que sí existen intenciones reales encaminadas a solucionar definitivamente el problema del Sename.
Se habría evitado, creo yo, todo el show que conocemos, mientras los culpables de los abusos sonríen en sus guaridas.
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