Crisis climática y riesgos emergentes: ¡Necesitamos audacia!

Con la crisis climática, los riesgos emergentes serán más comunes como por ejemplo los megaincendios. Si bien estos tienen múltiples causas, el cambio climático juega un rol relevante, afectando no sólo el patrimonio forestal y natural, las viviendas que son alcanzadas por el fuego o las personas que lamentablemente fallecen en el lugar, sino que también provocan una serie de otros impactos ambientales y territoriales.

Los eventos de contaminación ambiental severos a cientos de kilómetros, que agravan la salud de personas con enfermedades respiratorias, son un ejemplo de aquello.

Prevenir los grandes y megaincendios requiere de medidas de adaptación integrales, donde la planificación territorial tiene un rol relevante para implementar soluciones basadas en la naturaleza, recuperando la heterogeneidad natural de los paisajes y fortaleciendo su resiliencia. Y de paso, previniendo la emisión de toneladas de CO2 a la atmósfera cada vez que ocurren.

Por otro lado, a nivel urbano, el cambio climático agrava la escasez hídrica y también los eventos meteorológicos extremos, donde las inundaciones y remociones en masa por precipitaciones intensas necesitan de una infraestructura con soluciones basadas en naturaleza. En esto la solución no puede ser sólo aumentar la producción de hormigón, sino planificar con conocimiento y respeto de los cauces y la gestión de sus zonas inundables, incorporando decididamente como criterio la flexibilidad. Esto es, una planificación urbana cuyos diseños no sólo supongan la peor condición, sino que también considere una capacidad adaptativa para acomodarse en la medida que los riesgos se hagan presentes.

Tanto los megaincendios como la escasez hídrica y los eventos meteorológicos extremos muestran la necesidad de que en Chile las políticas públicas de esta materia avancen con celeridad. Actualmente en el Congreso se discute la Ley Marco de Cambio Climático, la cual debería asegurar la integralidad en la acción del Estado y los actores involucrados, donde la excesiva sectorialización encuentre una coordinación entre las instituciones involucradas y las políticas a su cargo. Los instrumentos y los planes sectoriales requieren de integración y de evaluaciones conjuntas para que se puedan plasmar en el territorio.

Además, la esta ley requiere de un esfuerzo adicional para descentralizar la toma de decisiones y las capacidades profesionales. Las regiones y los municipios tienen mucho que decir, y deben hacerlo, especialmente en el ámbito urbano, para lo cual hace falta tanto de un mejoramiento en las capacidades institucionales, como en el respaldo a las instituciones existentes como son los Comités Regionales de Cambio Climático, Consejos Ambientales Comunales y otras instancias como la Red Chilena de Municipios contra el Cambio Climático.

Para esto, es fundamental tener claridad sobre la importancia de financiar instrumentos y el financiamiento de la institucionalidad. Con un acompañamiento para que el cambio climático sea abordado en todos los ámbitos de políticas, planes y presupuestos, yendo más allá de la línea de los ministerios de Medio Ambiente, Energía o Agricultura. El cambio climático debe ser una consideración central en las decisiones del Ejecutivo, cuando se evalúa el gasto presupuestario de los ministerios de Hacienda, Economía y Justicia.

Finalmente, sabiendo que enfrentar las crisis del cambio climático y otras planetarias y locales requiere de nuestras mejores capacidades, no se puede desconocer ni dejar de revisar, una y otra vez los documentos entregados al Ministerio de Ciencia, en el contexto de la pasada COP 25. Asimismo, financiar más ciencia que permita conocer mejor cómo responden y responderán nuestros ecosistemas al cambio climático, de manera de aprender de esas capacidades de adaptación y convertirlas en soluciones basadas en la naturaleza.

Así como también ese conocimiento nos permitirá tomar resguardos, especialmente en aquello que requiere de ser públicamente conocido para reafirmar el aporte nacional en materia de mitigación, y en aquello que necesita de más y mejores esfuerzos de adaptación. Ni esta ni las otras crisis se resuelven con medidas simples, se requiere de audacia y acciones transformativas.

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