Desde 1994 se conmemora todos los 17 de junio el Día Mundial de la Desertificación y la Sequía, con el propósito de generar conciencia sobre los efectos de la degradación de los suelos y el impacto que éstos y la sequía generan para la vida de las personas y la biodiversidad.
En el Centro Humedales Río Cruces de la UACh estamos trabajando en dos líneas que son relevantes para esta discusión. La primera, es aumentar el conocimiento y la relevancia que tienen los sistemas de humedales en todas sus tipos, desde salares, lagunas, ríos, lagos, costas, albúferas, pantanos, turberas y hualves etc., para el manejo del agua dentro del ciclo hidrológico.
En Chile recibimos agua principalmente desde el océano, pero luego la que cae en el territorio se mueve en diferentes direcciones impulsada por la fuerza de gravedad dentro de las cuencas. Cuando pasa por los humedales, es donde estos nos ofrecen la oportunidad de limpiarla, de enlentecer el paso y de hacer, por ejemplo, recarga de acuíferos. El agua que utilizamos tanto para el riego como para el consumo humano proviene de fuentes subterráneas o de cuerpos de agua superficiales, es decir, desde los humedales. Estos ecosistemas son fundamentales, ya que ayudan a ralentizar el flujo del agua, la filtran de manera natural, la almacenan y, además, contribuyen a la recarga de acuíferos, proceso absolutamente esencial para la sostenibilidad de los recursos hídricos.
La segunda línea de trabajo tiene que ver con la ecohidrología. Recientemente hemos sido reconocidos como uno sitio demostrativo en ecohidrología por parte de Unesco a raíz de nuestra contribución en investigación y acciones concretas en este sentido. El programa de ecohidrología de la Unesco destaca la importancia de una regulación dual del ciclo del agua, donde intervienen tanto factores físicos como biológicos. No solo la atmósfera y el relieve influyen en el clima, sino también los seres vivos que participan activamente en el ciclo hidrológico. Esta visión reconoce que la vegetación es clave para movilizar el agua de vuelta a la atmósfera y la generación de lluvias. Todo esto subraya la necesidad de conservar y restaurar humedales.
Finalmente, los humedales son fundamentales para una gestión adecuada del agua y para evitar los desastres provocados por la intensificación de fenómenos naturales asociados al cambio climático, como los ríos atmosféricos y las lluvias intensas que hemos experimentado en numerosas ocasiones.
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