¡Nos estamos asfixiando! y a nadie le importa

Esta semana un periodista de un matinal se refería a los niveles de contaminación en la región metropolitana y señalaba que si bien en otras ciudades, como Temuco, los niveles eran similares, la capital de la Araucanía tendría características geográficas que “colaboran a una mejor ventilación”.

La verdad es que no es así, ojalá lo fuera y aunque los habitantes de Temuco quisiéramos contar con una adecuada ventilación, hoy estamos literalmente bajo el humo; pero no sólo en esta zona del país, porque para ser exactos, medio Chile se está ahogando.

Aunque la mayoría de las informaciones escritas, radiales y audiovisuales digan relación con las comunas de la zona metropolitana, la verdad es que en el sur del país la contaminación del aire ha llegado a niveles alarmantes y muy por encima de lo establecido por la Organización Mundial de la Salud. Un verdadero escándalo del que no existe un pronunciamiento oficial por parte de las autoridades competentes.

De hecho, Temuco es una de las pocas ciudades a nivel mundial donde la contaminación es producto de una sola fuente, ya que el 93% de las emisiones contaminantes corresponden a la combustión residencial de leña, generándose altos niveles de MP10, partículas peligrosamente dañinas para la salud de la población, especialmente para los menores y adultos mayores.

Así las cosas, cabe preguntarse ¿sirve, realmente, una ley antitabaco tan rigurosa si no se aplica el mismo criterio y la misma fiscalización en la calidad del aire que todos respiramos con sólo salir de nuestras casas?

¿Sirven las multas para los infractores a la ley que limita el consumo de cigarrillos si no se implementan, paralelamente, y con los suficientes recursos, los planes de descontaminación ya aprobados para las comunas saturadas?

Es el contrasentido máximo en lo que a políticas públicas respecta. La apatía y la ausencia de voluntad política para enfrentar este problema tiene hoy a Temuco, Padre Las Casas, Chillán, Osorno, Valdivia y otras comunas del sur de Chile, bajo el humo y respirando MP10 prácticamente todo el día.

En lo va del año se han detectado más de 40 episodios por sobre la norma nacional y mundial en la ciudad de Temuco, y eso que las estaciones de monitoreo no son suficientes, lo que nos habla de una cifra oculta que, a todas luces, podría ser aún mayor.

Esta semana el ministerio de Medioambiente se refirió a las comunas más contaminadas por material material particulado fino MP2,5, pero nada se dice del MP10, producto de la combustión de leña, dejando a este tipo de contaminación libre de los reparos que merece, por el grave daño provocado a la salud de la población.

Pero en Temuco suma y sigue, porque además del MP10, también se está monitoreando el MP 2,5, con un máximo de 50 microgramos por mt3, superándose la norma en más de 50 oportunidades.

En cuanto a la leña, las estadísticas de la Comisión Nacional de Energía indican que entre los años 1980 y 2008 el consumo de este producto y sus derivados se triplicó en Chile, pasando de 7 a 20 millones de metros cúbicos anuales.

Hoy, casi un 100 por ciento de los hogares del sector residencial rural consumen leña, en Temuco, la cifra llega al 70 %. Leña que en la mayoría de los casos es húmeda y no cuenta con las exigencias mínimas para su combustión.

El Plan de descontaminación para Temuco y Padre Las Casas, ambas comunas saturadas, ha sido un fracaso y hay que decirlo con franqueza. Al parecer, lo mismo está ocurriendo en la región metropolitana. Frente a este desolador panorama, ¿qué esperarán las autoridades para asumir los compromisos pendientes y para garantizar, tal como lo señala la Constitución, el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación?

Hemos presentado acciones en la Contraloría, esperamos que se audite a los organismos públicos encargados de implementar los respectivos planes en las comunas contaminadas.

Sabemos que hay falencias, retrasos e incompetencias; pero también sabemos que si hay voluntad política para enfrentar este grave problema, la comunidad será la primera en colaborar.

No esperemos que el humo oculte las soluciones, no esperemos que sea demasiado tarde para respirar.

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