Calidad de la política en la cuerda floja: ¿Autenticidad o complacencia?

1. El descrédito de la calidad de la política es un fenómeno complejo y global, que trasciende las fronteras y desafía los intentos de respuesta. Como todos los problemas de este tipo, hay que ir como deslizando las manos sobre un piano, atendiendo a cada nota en particular y a la melodía en su conjunto. ¿Qué aspectos contribuyen a esta situación? ¿Cómo afecta el debilitamiento de la racionalidad y la deliberación en todos los ámbitos? En un mundo donde el deseo de reconocimiento parece primar sobre cualquier otra consideración, ¿qué efectos tiene esto en la política y en la sociedad en general?

2. El deseo de ser reconocido y confirmado en nuestra existencia por parte del Otro es innegable, ya que el Otro representa una fuente de significado y sentido. En el ámbito político, este anhelo se manifiesta a través de demandas de igualdad y en la búsqueda de una "carta de legítima ciudadanía" que abarca a distintos tipos de reivindicaciones grupales. Este esfuerzo se alinea con la condición simbólica del ser humano, que implica el reconocimiento como una dimensión relacional y comunitaria, que nos une y refuerza nuestro sentido de comunidad. Al reconocernos mutuamente, creamos lazos que fortalecen nuestra identidad colectiva.

3. No obstante, cuando el anhelo de reconocimiento se convierte en la principal brújula personal y se persigue de manera compulsiva, se desdibuje la importancia de la deliberación propia. Presenciamos cómo algunos de nuestros políticos buscan mimetizarse con la opinión ciudadana, y convencernos que comparten los mismos pensamientos y sentimientos del ciudadano "de a pie". Esta actitud de complacencia constante resulta preocupante, ya que implica que, por ejemplo, las encuestas se conviertan en un oráculo infalible y en una referencia privilegiada para establecer definiciones y convicciones.

4. No obstante, las encuestas son solo una parte del panorama complejo de emociones y situaciones ambivalentes que caracterizan a la sociedad. Es necesario abordarlas de manera elaborada e interpretativa, brindando sentidos y orientación, en lugar de limitarse a ser un mero espejo que refleje sin aportar un análisis crítico. El deseo de reconocimiento puede convertirse en una trampa peligrosa, ya que nunca se alcanza una plenitud ni una satisfacción completas. Es un anhelo insaciable que deja una sensación persistente de falta y de ajuste. Si nos identificamos exclusivamente con el deseo del Otro, corremos el riesgo de perder nuestras propias convicciones y caer en la alienación. Es decir, el costo de plegarnos a los deseos de Otros es olvidar los propios. Aun así, parece haber muchos dispuestos a pagar ese precio por tal reconocimiento. Como un padre que busca afanosamente ser amado y con miedo de ser temido o incomprendido.

5. La política y los políticos enfrentan el desafío de no dejarse llevar únicamente por el deseo de reconocimiento, y de mantener una deliberación interna que se base en convicciones sólidas y una búsqueda auténtica de sentido. En lugar de ser meros reflejos de la opinión pública, deben actuar como líderes comprometidos con el análisis crítico para la construcción de un futuro mejor. La política verdaderamente valiosa no se limita a buscar el reconocimiento, sino que se enriquece a través de la deliberación y el compromiso con principios fundamentales.

6. Entre otras cosas porque, además, es muy probable que la búsqueda de certidumbres y orientación constituya una principal demanda subyacente que requiere de intérpretes competentes. Siempre existirá para todos una resistencia innata hacia la aceptación plena de la realidad. Por tanto, nos encontramos en un continuo proceso de negociación con nuestras ilusiones y esperanzas. No obstante, resulta crucial que estas no prevalezcan de manera desmedida. En este sentido, los actores políticos, entre otros, pueden desempeñar un papel fundamental para establecer nuevos puntos de referencias.

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