Gabriela Mistral escribió en París, como parte de sus elogios a las materias, su “Elogio al Agua”, era diciembre de 1926.
Agua de las cascadas americanas que
vienen en un juego pasándose una a la
otra la estrofa bárbara desde Alaska
a la Patagonia, zancada a zancada musical,
como las mujeres que bailando se pasan
una flor; y la flor vuelve a subir
de la Patagonia a la Alaska, y la vieja
travesura no cansa al agua ni al tiempo.
Transcurridos 94 años, la Mistral y su “Elogio al Agua”, es posible resignificarlo como una temprana alarma frente a como se ha impuesto el negocio del agua en Chile, en un contexto de mega sequía y de futuras y mayores carencias del esencial elemento. Nuestro país ha ingresado a un doloroso ranking de las 18 naciones con mayor riesgo de sufrir estrés hídrico.
La pandemia en curso sólo torna más preocupante la mega sequía. Muchos habitantes de diversos territorios son orientados a lavarse las manos sin contar con disponibilidad de agua. El covid 19 resitúa emergencias, o las oculta coyunturalmente, pero en algunos casos como la del agua la evidencia aún más como demanda básica.
Durante la última semana el ministerio de Obras Públicas extendió la “escasez hídrica” a las comunas de Lo Barnechea, Las Condes y Vitacura, la medida se origina en el notorio descenso del caudal de agua del Río Mapocho y la mega sequía finalmente llega a los exclusivos territorios del “barrio alto” santiaguino.
El 7 de enero un día para no olvidar.
Luego de una extensa, trabajosa y tironeada tramitación de cerca de 12 años, transitar por varias comisiones y experimentar alteraciones de textos finalmente ese día el Senado rechazaba consagrar el agua como bien de uso público en la Constitución.
Con 24 votos a favor y 12 en contra, la norma era vetada por la sala, porque se requerían dos tercios para su respaldo (29 votos a favor). Así, nuevamente un quorum altísimo torcía la voluntad mayoritaria y se imponía el veto de los intereses privados en el espacio para la deliberación y los acuerdos de los intereses públicos.
Lo singular, es que todo sucedía en medio de la crisis social y política abierta desde el 18 octubre. Sin tacto ni vergüenza, el escudo protector volvía a ser revelador del poder de los intereses en juego y por ende de lo que permite el actual texto constituyente.
Con posterioridad a la votación, la opinión pública se enteraría que además habían sufragado cuatro senadores con evidentes conflictos de intereses, no declarados en el debate del proyecto.
Hasta marzo un 39% de las comunas a nivel nacional tiene decretos de emergencia hídrica. A la vez que la carencia del agua ha forzado a comunidades a cambiar sus quehaceres productivos con graves alteraciones de sus formas culturales y asentamientos, significando nuevos y agudos empobrecimientos.
Rodrigo Mundaca líder y activista en la denuncia del negocio del agua luego del 7 de enero declaraba en radio Universidad de Chile, “siempre hemos señalado`[…] que al interior del Congreso existe una casta, y un maridaje evidente entre personeros que hoy tienen la tarea de legislar en función del bien público pero que, sin embargo, se niegan a hacerlo, y siguen legislando a favor de mantener el modelo privado de agua con el objetivo de mantener los privilegios de la megaminería, del agro negocio, las hidroeléctricas, las forestales, y mantener el modelo privado de gestión de las aguas en el país”.
“El Negocio del Agua” (2019), un libro de reciente aparición de las periodistas Tania Tamayo-Alejandra Carmona sistematiza significativas informaciones sobre estas materias. “Si hoy se mostrara un dibujo explicando quiénes son los dueños de las aguas de Chile, de acuerdo a los grupos económicos y accionistas propietarios de las empresas sanitarias, la torta se vería así: mayoritariamente, 43,8% pertenece a SGAB (Grupo Suez) y 31,4% al Fondo de Pensiones de los Profesores de Ontario, Canadá (OTPP en inglés). El porcentaje restante se divide entre Marubeni Corporation e Innovation Aguas Río Claro Limitada (4,6%), Municipalidad de Maipú (3,7%), Empresas Públicas de Medellín E.S.P (33%), Sembcorp (0,7%) y otros (3,6%). “
Es muy difícil que el gobierno pueda ser árbitro confiable en circunstancias que los mismos intereses protegidos en la votación del 7 de enero, se reflejan incluso al interior del gabinete como diversas y certeras fuentes, además de las autoras antes mencionadas lo siguen informando.
Estamos viviendo “la peor o una de los peores sequías de nuestra historia”, que además ocurre en un contexto de cambio climático que se traduce en condiciones cambiantes y extremas del clima.
Es burdo apelar a las condiciones planetarias adversas para justificar la mantención de las condiciones legales y normativas que permiten el negocio del agua. Porque es precisamente la existencia de la crisis hídrica lo que demuestra lo aberrante de mantener el actual statu quo.
A la hora del qué hacer algunas esencialidades.
Es preciso continuar comunicado y activándose por el derecho al agua. Posicionar comunicacional y ciudadanamente el agua como una demanda central de un Chile que despertó. Porque tener agua es equivalente a educarse y envejecer con dignidad. Sin agua la pobreza y la calidad de vida se enseñorea con grandes mayorías dispersas en muchas pequeñas comunidades del Chile profundo.
A la vez realizar las sinergias que permitan acordar propuestas fundamentadas, es decir que junto con extraer experiencias de lo que ocurre con el negocio del agua, elaboren buenos diagnósticos para levantar propuestas maduras y consistentes destinadas al proceso constituyente y a la didáctica ciudadana.
Al cierre es Gabriela Mistral quien con otro trozo de su Elogio del Agua subraya todo lo que está en juego.
El agua marina que salió nuestra sangre
y se volverá dulce con nuestra
sangre al final de los tiempos,
pero no antes.
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