Desde la revolución bolchevique de 1917 el enemigo del sistema capitalista fue el comunismo por su capacidad de “alzar” a los trabajadores en busca de mejoras sociales que siempre afectaban los bolsillos del sistema. Desde entonces, durante la llamada “guerra fría” se han aplicado todos los métodos necesarios para combatir el peligro “rojo”, desde los asesinatos hasta los político-financieros.
Es ahí, que con el apoyo del Vaticano comienza a desarrollarse intensamente la Democracia Cristiana. Por allá por 1898 un curita siciliano, Luigi Sturzo comenzó en su pueblo natal, Caltagirone, un movimiento que le dio inicio. Esto lo enfrentó a un grupo conservador llamado “Opera dei congressi” al que derrotó dentro y fuera de la Iglesia.
En 1918 dio forma al Partido Popular, un partido reivindicativo de los explotados trabajadores sicilianos, de los huérfanos de la Gran Guerra y de los obreros de toda Italia. Especialmente de los que no tenían trabajo. Propiciaba la descentralización administrativa, la eficacia del Parlamento, combatía el latifundio y buscaba reformas importantes en el campo social y económico. Había nacido lo que después sería la DC.
Cuando Mussolini accedió al poder trató de aprovechar ese Partido para sí, cuando fracasó dio inicio a la persecución. Sturzo debió abandonar el país ya que Pío XI negociaba con el Gobierno de Italia el Pacto de Letrán que dio vida independiente a lo que hoy es ciudad del Vaticano. Estuvo en Inglaterra donde no recibía ninguna ayuda de la Iglesia y se le exigía guardar absoluto silencio. Por eso emigró nuevamente a diversos países de Europa y a EEUU. Durante ese período dio forma a lo que hoy es la internacional de la DC.
Terminada la II Guerra Mundial la Iglesia tomó una parte activa en el enfrentamiento con el comunismo. Ya lo había hecho en la Guerra Civil española, pero ahora se decidió por dar forma a la DC, para lo que contó con Alcide de Gasperi, que presidió ocho Gobiernos entre 1945 y 1953. Esta actitud se extendió a otros países del continente Europeo y de América el Sur.
En Italia los norteamericanos invirtieron grandes sumas para sostener a los partidos y movimientos sociales que se enfrentaban al Partido Comunista, que era el más poderoso de occidente. Para las elecciones de 1948 en que la DC enfrentaba al PCI y Socialistas unidos, se le entregaron uno diez millones de dólares.
También hubo otras acciones, como las del 1 de mayo de 1947 en Portella de la Ginestra, vecina a Palermo, donde el famoso bandido Salvatore Giuliano junto a sus secuaces asesinó a 11 personas. Dejó múltiples heridos algunos de los cuales fallecieron, en una masacre anti-comunista cuyos miembro conmemoraban el Día del Trabajador y de la cual se ha dicho que fue cómplice la DC.
Hoy la DC no existe en Italia y de los partidos de la actualidad, ninguno es su continuador. En España, Rajoy, Presidente del Gobierno y del Partido Popular debió irse depuesto por el Congreso de los Diputados.
En América Latina, no hay ninguno gobernando y el que fue el más grande de Chile ahora solo tiene un reducido número de parlamentarios.
El Vaticano con Pío XII a la cabeza, se negó a apoyar a los peronistas, que fueron los primeros DC fuertes en la región. Esto lo hizo porque no podía poner a gente de su confianza a dirigirlo. También perdió el Gobierno en la Argentina. Sólo Alemania mantiene una fortaleza que le da su clara posición de derecha y, podríamos decir, el ser un capitalismo con sentido social.
Esto ocurre fundamentalmente porque, salvo en sus primeros tiempos con Don Sturzo, nunca la DC hizo una clara Opción por los Pobres y en gran medida prefirió ser una especie de calmante ante la injusticia social que permitiera sobrevivir al enfermo sin que fuera necesario hacer la gran transformación del sistema y menos que ésta la hicieran los comunistas.
No creo en su sobrevivencia, me parece que está caminando al abismo como ya lo hizo en Italia. El ocaso se va convirtiendo poco a poco en la oscuridad. Igual que el comunismo ha sido derrotada por el sistema capitalista. Eso no quiere decir que ese sistema deba ser el que aceptemos.
Sigue plenamente presente, hoy más que nunca con Francisco, el mensaje cristiano, sigue mostrando el camino hacia la justicia social, la independencia económica y la libertad política y esa es la Opción por los Pobres porque ese es el enemigo del sistema capitalista. Por eso el enemigo se llama Papa Francisco y a él es a quien combate el capitalismo.
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