Miles de millones de personas interactúan a cada minuto en Facebook, Whatsapp, Instagram, Twitter, entre tantas otras redes sociales. Estas plataformas se han convertido en un carro cultural tremendamente poderoso, y básicamente, en una nueva fuerza política.
Esto lo hemos podido apreciar en los efectos que han alterado el curso de los últimos acontecimientos sociales. El ejemplo más claro es el reciente el triunfo del outsider Donald Trump ante la candidata demócrata, representante del establishment, Hillary Clinton.
659 medios apoyaron a la ex Secretaria de Estado, mientras que sólo 13, contando diarios y revistas, respaldaron a Trump. Sin embargo, el empresario generó tres veces más presencia que Clinton en redes sociales, sólo por menciones espontáneas. Así el republicano consiguió publicitarse “gratuitamente”, de acuerdo a Reuters, por un valor aproximado de US$ 5 mil millones, considerando que contaba casi con la mitad de los recursos de la opción demócrata. Claramente este resultado sorprendió al mundo y posicionan a las plataformas sociales en el centro de la estrategia para las futuras planificaciones electorales.
En el caso de Estados Unidos, el error de la campaña liderada por el partido oficialista - que no es poco común en la cultura electoral - fue subestimar a las redes sociales y verlas como un “medio de comunicación más” para amplificar los mensajes de campaña, cuando es necesario entender que el verdadero poder de estas plataformas se potencia a través de conexiones emocionales, tal como la construcción de una marca.
Los resultados de la elección nos demostraron que los medios tradicionales no son los que tienen el control total del mensaje en la actualidad, sino que las audiencias que forman parte de una conversación son las que finalmente viralizan las opiniones.
Trump convirtió a Facebook en su principal canal de comunicación, en un país donde ésta es la red social más utilizada. Esta plataforma potenció sus mensajes sin poner en duda la veracidad de su contenido, y así las notas falsas que surgían de éstos sirvieron como herramienta electoral. Las redes sociales polarizaron las opiniones de los votantes en una reñida campaña, y animaron a algunas personas indecisas de su voto a inclinarse por el republicano.
Las elecciones en Estados Unidos son un claro ejemplo de cómo está cambiando el rumbo de la publicidad y las comunicaciones en general.
La interconectividad en nuestro mundo a través de estas plataformas es un hecho que nos invita a replantearnos y a redirigir nuestros futuros esfuerzos de inversión.
Una buena cobertura en redes sociales, generando ruido y logrando conexiones emocionales con los votantes, es fundamental en época de elecciones. Un caso del que hay que aprender y aprehender para aplicar, sobre todo ad portas de nuestra futura elección.
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