Elecciones CUT: más mujeres dirigentas, avance en la construcción de un feminismo popular

En el mundo del trabajo, las mujeres hemos sido históricamente invisibilizadas. A pesar de representar una parte sustancial de la fuerza laboral, aún cargamos con la doble jornada, la precarización, la brecha salarial y la desigual distribución del poder. Sin embargo, también somos protagonistas: sostenemos la vida, sostenemos los servicios esenciales y sostenemos la organización sindical desde las bases. Lo hemos hecho por décadas, aunque muchas veces sin ser reconocidas ni representadas en las instancias de poder.

Esto se ve reflejado en la aún dispareja participación de las mujeres como dirigentas sindicales. Según datos de la Dirección del Trabajo, hasta 2023, el 63,3% de los dirigentes sindicales con cargos vigentes en sindicatos activos eran hombres, y solo el 36,6% mujeres.

Por eso es que la reciente elección de la CUT, realizada los días 26, 27 y 28 de mayo pasado, es una expresión de empoderamiento de las mujeres sindicalistas y su importancia en el impulso de políticas que generen mejores condiciones de vida para las y los trabajadores, lo que quedó demostrado en la mayoritaria participación de mujeres en el proceso a nivel nacional.

Hoy la central cuenta con una mayoría de mujeres integrando su Consejo Directivo Nacional -26 y 19 hombres-, lo que es reflejo de un proceso que se ha desarrollado a fin de abrir caminos en las estructuras masculinizadas de nuestras organizaciones. Mientras que en el órgano ejecutivo, que conduce la gestión de la CUT, se encuentra en condiciones nunca vistas: cuatro mujeres de nueve integrantes.

La mayor cantidad de mujeres electas en el Consejo Directivo Nacional que en procesos anteriores no es un avance casual: es resultado de la organización, de la persistencia, del trabajo colectivo de cientos de compañeras que han levantado con fuerza la demanda de una central más representativa, más democrática y desde el feminismo de clase.

La participación de las mujeres en el sindicalismo no puede seguir siendo decorativa ni secundaria. Debemos estar donde se toman las decisiones, donde se trazan las estrategias, donde se construyen las alianzas. Y no para ocupar una cuota simbólica, sino para disputar, establecer prioridades y formas de hacer sindicalismo. Un sindicalismo que ponga al centro la vida, los cuidados, la equidad y la justicia social.

Desde la CUT, seguimos insistiendo: no hay democracia sindical sin mujeres. No hay justicia laboral sin perspectiva de género. Y no hay transformación posible sin una permanente revisión y renovación de nuestras prácticas internas. Lo que se expresó en esta última elección de la CUT es una señal de cambio.

Pero no basta. Debemos seguir profundizando la participación de las mujeres, ampliando las herramientas de formación sindical, generando condiciones concretas para que las dirigentas puedan sostener su liderazgo sin cargar solas con las tareas de la vida. El desafío es grande, pero la fuerza de las mujeres trabajadoras es mayor. Y no vamos a retroceder.

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