Es bastante fácil identificar qué es lo que queremos decir con lo de "estudiantes en práctica": personas que se encuentran en la búsqueda de la adquisición de habilidades útiles para desarrollar una carrera profesional o técnica. El problema es que quienes actualmente detentan el Poder Ejecutivo parecen estar en esa lógica. Sin mayor experiencia en la vida, se comportan con soberbia, creen ser dueños de la verdad y tener respuestas para todo. Deficientes, por cierto, pero respuestas al fin.
Esto que partió como un chiste, como un comentario en un café entre amigos y que luego siguió como un par de publicaciones en Facebook, sin quererlo se ha transformado en un resumen de la realidad diaria, en una forma francamente asombrosa y preocupante.
No soy quién para juzgarlos. La diferencia es que no todos hemos tenido la oportunidad de ocupar las primeras magistraturas del país en esa condición, sin haber trabajado un solo día en trabajos no políticos, sin tener ninguna conexión real con los problemas de las personas.
Lo preocupante de aquello es esa tendencia malsana de creer que se las sabían todas. La ministra del Interior pensando que su sola presencia y el diálogo con tres o cuatro personas bastaban para ir a exponerse imprudentemente a Temucuicui o el propio Presidente, quien creyó que bastaba con ofrecer relaciones diplomáticas a Bolivia para que las aceptaran, cuando en realidad lo que bastaron fueron unas horas que para los bolivianos dijeran que era irrenunciable su reivindicación marítima.
Pero hay algo más profundo en estos estudiantes en práctica, que no siempre se destaca: el doble discurso. Por años prometieron con la irresponsabilidad que otorga la falta de experiencia y con el cinismo que caracteriza a quien ha representado un guión en el que no cree. Y les creyeron. Hoy, se contradicen en el actuar, pues la mentira no aguanta tanto tiempo.
Un ejemplo son las olímpicas volteretas de Cristóbal Cuadrado, cuando desde el Colmed decía que los "expertos" que consideraban una buena idea el pase de movilidad en el contexto de la catástrofe sanitaria eran "los cómplices de este manejo criminal", refiriéndose al Presidente Piñera, a Enrique Paris y a Paula Daza. Sin embargo, cuando asumió como subsecretario nos dijo que "el pase de movilidad nos parece una herramienta necesaria.".
O pasar, como varios ministros e incluso el Presidente, del "refundar Carabineros" a "nos faltan Carabineros". O que los mismos que se opusieron a la presencialidad en clases, hoy nos vengan a decir que pasó mucho tiempo sin que los niños volvieran a clases y que esto gatilló violencia.
Aún peor, la repetición de los vicios que siempre condenaron. "Hay que evitar el compadrazgo, el pituto, el premio porque no ganaste la elección (...) las embajadas no pueden ser un premio de consuelo", decía el candidato Boric pero, sorpresa, nombró como embajadoras a la ex candidata en primarias Paula Narváez (en la ONU) y a la ex candidata a convencional Bárbara Figueroa (en Argentina). Pagar favores nunca sale gratis. A todo esto, ¿tenemos embajador en Brasil, a tres meses de haberse iniciado el Gobierno? Al parecer no.
Cabe preguntarse entonces ¿estarán siendo el Presidente y su gobierno presos de sus propios dichos? ¿Cuál podría ser el antídoto contra la liviandad y la falta de prudencia de los "estudiantes en práctica"? El contraste con la realidad, esa que no aguanta respuestas ambiguas, y que genera que el que no la acepta es juzgado por su levedad.
Esto no se trata solo de marcar las infinitas contradicciones entre el diputado/candidato/Presidente y su errático equipo, sino que comprender las graves dificultades políticas y de gobernabilidad que esto implica para el país. Lo triste es que uno supondría que los buenos estudiantes aprenderían de sus errores... pero parece no ser el caso.
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