Fusión PPD-PS-PR y otros

Según nuestros estatutos el único órgano de decisiones soberanas del PPD que tiene la facultad de disolver el partido es el Consejo Nacional, es decir, la suma de sus 600 Delegados Nacionales.

Y es muy probable que esta decisión tuviese que estar precedida de una muy amplia consulta nacional a todos los militantes y dirigentes del PPD en las 15 regiones del país.

Esto, solo para comenzar.

Ha circulado en algunos medios de prensa, la especie noticiosa  de que en el PPD estaría instalada la idea de disolverse si es necesario, e impulsar la construcción de un Gran Referente de la Izquierda Moderna o Progresista o como se llame…

Incluso se haría referencia a una categoría bíblica como la “travesía por el desierto” en referencia al paso de Israel hacia la Tierra Prometida…To much.

¿Cuál es la verdad y sentido de estos hechos?

Primero: la idea de conformar un gran conglomerado de izquierda democrática en Chile es tan antigua como el hilo negro.

Es decir, es parte de nuestras conversaciones en el PPD y en otros partidos desde mucho antes de la victoria de Ricardo Lagos en la elección presidencial de enero 2000, con cuya candidatura se hacía muchísimo más evidente la necesidad y la tarea de avanzar hacia la conformación de un gran referente de izquierda democrática.

En parte porque con el pasar de los años, desde 1989 y en sucesivas elecciones, particularmente los Partidos PPD y PS no logran superar el techo del 20% (sumados), y entre ambos las diferencias electorales seguían (y probablemente seguirán) siendo más o menos iguales; lo que era (y es) un indicador de que ambos partidos disputan, en cierto modo, casi un mismo tipo de electorado.

El dinamismo electoral del PPD fue potente  gracias al hecho de que incorporó desde sus inicios en su agenda política temas ante los cuales el socialismo tradicional venía en rezago: derechos de la mujer, derechos del medio ambiente, derechos de los pueblos indígenas, entre otros.

Aún así, y luego de 23 años de historia, el PPD –sin embargo- está tensionado para encontrar temas más innovadores que hagan sentido a la ciudadanía de hoy, mucho más empoderada y más consciente de sus derechos.

No obstante, en un giro estratégico que se inició prácticamente a los pocos días de la derrota presidencial en Enero 2010, en su XXXII Consejo Nacional y en el contexto de una primera y franca autocrítica, los dirigentes del PPD visualizaron que los meses siguientes serían de enorme dificultad para la Concertación en su conjunto.

Y aún cuando nunca sospechamos siquiera lo que le esperaba al país con un gobierno de derecha, y con la suma de catástrofes que han puesto todo a prueba, la verdad es que desde ése Consejo Nacional la idea de un Frente Amplio de oposición comenzó a tomar cuerpo en diversas conversaciones en el PPD.

Sin embargo esa idea o la ampliación de la concertación no fue suficientemente considerada en nuestros debates.

De hecho, quienes nos inscribimos en esa línea de reflexión y sentíamos que era necesario formular una amplia y profunda autocrítica de la derrota no fuimos escuchados suficientemente.

El 17 de febrero del 2010 y siendo Presidente subrogante del PPD, promoví con los demás dirigentes de partidos la idea de un “Cónclave” de la Concertación que se realizó, finalmente, en Abril de ese año y con un formato que escapó a la idea original de encuentros regionales y la culminación de un gran evento político-social.

Luego del terremoto de ese mes, los Presidentes titulares concentraron  el Cónclave en un ceremonial para conversar sobre la reconstrucción, y el encuentro giró en torno a las exposiciones de los ex Presidentes de Chile y luego se realizó un debate en comisiones, sin acuerdos relevantes. La autocrítica concertacionista decayó ahí mismo.

Pero el PPD fue perseverante. En muchas de sus asambleas comunales y regionales el tema siguió estando presente y con mucha fuerza, pero no alcanzaba a permear la cúpula partidaria, en donde un sector, legítimamente, estimaba que era indispensable equilibrar la autocrítica con el reconocimiento a la obra histórica y mantener (a como diese lugar) el compromiso del PPD con el “proyecto concertacionista” y como mucho, ampliarse hacia la sociedad civil, precisamente la misma que marcadamente iba acumulando rechazo tras rechazo en todas las encuestas de opinión.

Aún y a pesar de ello el país debía entender que la Concertación estaba para quedarse. Lo demás era ingratitud.

En mi concepto, el giro estratégico del PPD, al proponer ahora institucionalmente la idea de “superar la Concertación” y abrir un nuevo ciclo político con la perspectiva de configurar un gran referente de la Oposición democrática, viene de la mano con las grandes e impactantes movilizaciones sociales lideradas por los estudiantes.

Fue visible para toda la clase política que la sociedad había llegado al límite de su paciencia con los actores políticos de todas las tendencias y que el margen de su confianza y credibilidad hacia los partidos había disminuido dramáticamente.

La suma de letreros “Que se vayan todos” y “El pueblo unido, avanza sin partido” catapultó a la cúpula política del PPD hacia la comprensión de que esto (el ciclo 1989-2011) se había acabado para la ciudadanía y que era menester abrir las alamedas.

En Algarrobo, los 120 dirigentes nacionales del PPD reunidos en agosto, en medio de las intensas movilizaciones nacionales y escuchando entre otros, a Camilo Ballesteros, Presidente de la Feusach, comprendieron que el término de época era más que inminente.

Paralelamente la Juventud del partido se había tomado la sede nacional. El resultado lógico de casi 17 horas de debate fue ir al cierre del ciclo histórico inaugurado por la concertación en 1989, y convocar al desarrollo de nuevas energías para configurar un Frente único de oposición.

La oportunidad llegó de la mano de un hecho puntual: correspondía a la Presidenta del PPD asumir la tradicional “vocería” y por lo tanto la coordinación de la mesa de presidentes de partidos de la Concertación.

Fue el hecho que permitió a la Comisión Política del partido instalar una propuesta radical de superación del conglomerado y partir con modificar su estructura y metodología de trabajo, abrir las vocerías a nuevos actores y nuevos temas e iniciar el camino hacia una Mesa Nacional de oposición. Hasta ahí hemos llegado como Partido y ya sabemos las reacciones a ello.

Lo más importante es que esta decisión ha sido debatida en espacios democráticos, institucionales y representativos del PPD, lo que permite explicar porqué hoy, toda la dirigencia nacional del partido (incluido parlamentarios, alcaldes, concejales y dirigentes en todos sus niveles) respaldan sin condiciones lo resuelto y brindan pleno apoyo a la Presidenta que lidera las conversaciones con el conjunto de la oposición.

Una prensa  interesada quiso instalar la idea de que esto sería fruto de la “imposición” de un sector (giradismo) en el debate partidario.

En realidad, es muchísimo más que eso: representa la convicción de cientos de militantes en orden a que la indignación ciudadana va a la par con la indignación de las bases del PPD con sus propios referentes cupulares (incluido todos los “ismos” internos), cuestión que estará en el debate de la próxima elección nacional del PPD.

Estos son entonces los procesos que hay que respetar y madurar. Lo que ha trascendido en un medio de prensa (disolución del PPD, fusión con el PS-PR y otros) no corresponde al debate partidario de hoy.

Tengo que decir que esto no está en la agenda de nuestros debates internos en el partido ahora. No descarto que pueda considerarse como punto de tabla alguna vez…

Pero, para ello debe seguirse un proceso institucional como el que ha permitido a la Presidenta del PPD y a su Comisión Política en pleno hoy día, apuntar a una propuesta que ha sintonizado con el sentido común nacional y popular.

Dificulto, por tanto que hoy, los 120 mil inscritos en el PPD y los más de 25.000 militantes activos y los 600 dirigentes que conforman el Consejo Nacional estén de acuerdo en que es ahora y que es éste el momento para plantear “fusiones”, “federaciones” o como se llame a la idea de “disolver” el PPD y “mezclarnos” o “revolvernos” con el PS, el PRSD, el PRO y otros, anticipándonos incluso al interés y voluntad de tales colectividades, cuestión que creo no viable en el ánimo de estas colectividades, como tampoco lo está en muchos PPD.

Hay un riesgo de pasarse de listo en esta idea entonces.

Lo importante es no dejarse pautear por los medios de prensa.

Y por eso me extraña (aunque no me sorprende) las encendidas declaraciones de connotados socialistas que saben, a ciencia cierta, que los trascendidos de prensa no constituyen planteamientos oficiales de partido…pero allá ellos.

Lo ideal entre los ideales es que la izquierda democrática llegue a ser en Chile un solo Partido o un solo movimiento, amplio, potente y poderoso.

Eso está en nuestro imaginario. Pero eso sólo será resultado de un proceso de maduración que no se realiza a través de lotes políticos o por secretaría (ni menos a través de un medio de prensa de derecha).

En el caso del PPD es un Consejo Nacional la única instancia que cuenta con la soberanía para resolver sobre sus estrategias. Lo demás, como señala habitualmente el fundador del PPD, Ricardo Lagos (para referirse a temas que están ahí no más) es música.

También lo es el hecho de que personeros que viajan al exterior hacen de “werkenes” de nuestra líder.

Tengo la convicción de que cuando Michelle Bachelet quiera decir algo concreto y expresar su opinión política, será ella quien dirá lo que piensa y no “intérpretes” que incorporan mayor confusión en el panorama.

Es cierto, que su alto cargo en Naciones Unidas (y nos honra con ello) le impiden referirse a la contingencia en Chile. Eso, en el marco de sus desempeños laborales internacionales.

Pero no es así cuando está de vacaciones y muy pronto, ella estará en Chile gozando de un merecido descanso. Ese será, seguramente, el momento adecuado para que podamos escucharla directamente.

Aún así, las coaliciones políticas son entidades complejas y es claro que hoy la Concertación no es la misma que antes. Y no va a seguir siendo igual que antes. Eso es definitivo.

Como diría el tango, la política es como un soplo en la vida, que 20 años no es nada, y que febril la mirada, y errante en las sombras, te busca y te nombra, con el alma aferrada a un dulce recuerdo.

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