La necesidad de capitalizar a Televisión Nacional de Chile, pone en el debate cuál debe ser el sentido y la orientación que tiene para este país la mantención y fortalecimiento de Televisión Nacional de Chile.
Lo primero que debiera despejarse es si por Televisión Nacional entendemos un Canal público cuyo objetivo es someterse a un presupuesto y entregar contenidos o estar sometido a la misma regla mercantil y de financiamiento que el resto de los canales privados.
Pareciera de inmediato despejarse una primera inquietud o propósito, no tiene mucho sentido una señal pública obligada a competir con empresas privadas en un mercado reducido en la perspectiva de canales abiertos, pero competitivo y focalizado en la industria de la entretención e información, de dudosa calidad.
Tampoco parece hoy Canal Nacional estar cumpliendo con el objetivo de mostrarse como una alternativa que asegure pluralismo desde el punto de vista de su parrilla noticiosa o de programas de opinión, por el contrario resulta bastante cierto que TVN ha dejado de ser un actor diferenciador o que pone equilibrio y agrega pluralismo.
¿Para qué entonces mantener la señal pública?
Creo que sólo se justifica si efectivamente se dan pasos para avanzar en la creación de una señal pública que sin la obligación de competir financieramente con el resto de los canales pueda desarrollar una oferta cultural, deportiva, y de contenidos que promueva y fomente el desarrollo de personas más educadas, creativas, con mayor información y espíritu crítico y de innovación.
Esto implica comprometerse en un proyecto distinto al hasta hoy desarrollado, con cambios radicales en cuanto a estructura corporativa, financiamiento y compromiso con los valores permanentes que identifican a nuestra patria desde sus inicios.
Ninguna de estas definiciones implica financiar pérdidas permanentes, ni burocracia, ni una carga insostenible para el erario nacional. Es una mirada diferente.
Ejemplos de Televisión pública exitosa, eficiente y aportadora tenemos en suficiente cantidad como para aprender de las mejores prácticas.
¿Por qué no va a ser posible pensar en una señal pública dirigida por personas de alto prestigio, como por ejemplo premios nacionales en diferentes disciplinas, no cuoteadas políticamente, plural, con un equipo ejecutivo elegido en un transparente proceso de selección?
¿Por qué no se puede pensar en que más allá de la remuneración acordada, el orgullo de sus trabajadores y profesionales sea el trabajo que realicen y el lugar en que lo desempeñan?
El país está suficientemente preparado y cuenta con capacidad humana y tecnológica para dar pasos sustantivos en esta dirección alejándose de la práctica mercantil que permita el desarrollo pleno de la televisión pública.
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