En la tragedia de Edipo Rey, a muy poco andar, todos saben que Edipo se casará con su madre y que las desgracias le sucederán. En el curso del último año para la oposición la tragedia griega es un sino aparentemente inevitable.
Todos los actores, guionistas y protagonistas hacen exactamente el papel que les toca para avanzar en la dirección pre escrita. Los egos, las desconexiones con la realidad, la falta de diálogo sincero, nos llevan a la derrota, en la cual la derecha más tradicional se hará del poder en la Convención Constitucional, los municipios y gobernaciones.
Nadie lo quiere, la ciudadanía es mayoritariamente progresista, pero vamos al matrimonio, al desenlace menos deseado.
El coro nos advierte que debemos cambiar las conductas y decisiones. Que necesitamos unidad de contenidos, identidad programática, procesos de decisión ciudadanos, pero parece que habrá que comprar un traje para el día de las elecciones presidenciales que permita sobrellevar y sobrevivir como centro izquierda progresista, al menos los próximos 4 años, sin la posibilidad de ser parte de las transformaciones que nuestra sociedad requiere y que no hemos sido capaces de liderar y construir.
Es el momento de preguntarse si seguimos siendo el coro que anuncia el fin de esta historia, mientras preparamos el tránsito por el desierto o asumimos los costos de intentar seriamente un cambio de rumbo.
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